A raíz de poseer una legislación flexible y una tecnología avanzada en fertilidad, España es potencia mundial y destino de todos los países desarrollados, tanto para la búsqueda de descendencia mediante técnicas asistidas, como para vitrificar los óvulos por un tiempo indefinido, congelarlos en condiciones de 0 absoluto, para una posible fertilidad futura de la Mujer, utilizando un óvulo joven propio, dejando el cuándo para el antojo o disponibilidad del cliente. El coste de guardar y posponer el nacimiento del hijo, supone un desembolso medio de 3.000 euros más una cuota de 500 euros anuales, precio que para los países del entorno: Francia, Alemania, Italia o Reino Unido, no resulta desorbitado.
Las trabas legales para efectuar asistencia a la fertilidad en países como Estados Unidos o asiáticos como China (donde sólo se podía tener un hijo hasta hace poco), o Japón, un país que sufre superpoblación, han puesto también sus miras en esta solución “española”, de guardar sus óvulos en bancos de crionización (vitrificados) o incluso marcharse de España con un embrión en la matriz, cuando de forma natural, la pareja no conseguía gestarlo. Existen varios laboratorios punteros en nuestro país que, además, se han convertido en pioneros en diversas técnicas para la fertilidad o en reproducción asistida. Comunidad Valenciana, Cataluña y Madrid son las áreas con mayor número de estos centros, aunque existen diseminados prácticamente por todo el territorio nacional. Destaca la Ciudad de Alicante por número de centros, con laboratorios como el Bernabeu, galardonado con numerosos premios y distinciones internacionales por sus investigaciones en esta área y en el de la Genética.
España anda a la cabeza de los países europeos en fecundación in Vitro principalmente porque la legislación permite la donación de óvulos. Tras España encontramos a Rusia y Francia, que no alcanzan los 100.000 tratamientos al año, cifra que España ya supera con creces, sobrepasando las 110.000 intervenciones anuales desde el año 2014 (fuente El País). La técnica más utilizada es la extracción de un óvulo para reunirlo con miles de espermatozoides para que lo fertilicen (FIV), aunque también se utiliza la microinyección espermática (ICSI), probablemente la intervención con más futuro, ya que permite seleccionar el espermatozoide más sano e introducirlo directamente en el óvulo.
España no es el país donde se practican este tipo de intervenciones a un coste más “asequible”, ya que está por encima de la media europea, pero reúne un número de factores que la hacen más atractiva en muchos aspectos. En nuestro mismo país, la media de edad para tener el primer hijo ha envejecido hasta superar los 30,7 años, tendencia que comenzó a notarse hace dos décadas, precisamente y desde entonces, se han multiplicado este tipo de clínicas para la fertilidad y los bancos para vitrificar óvulos, una práctica que lleva a la mujer moderna a decidir cuándo obtener descendencia y. de paso, qué pareja resulta conveniente para formar una familia o, en su defecto, optar por criar a un hijo sin la figura del padre, algo cada vez más habitual en la sociedad contemporánea.