Si se observan los últimos dos años de la Política en Cataluña y España, de una manera superficial, vemos que se han repetido los resultados en ambos parlamentos y sucedido los pactos siempre en contra de lo votado en elecciones libres por los ciudadanos. La Ley Electoral ha condicionado y perjudicado a los mismos que las “inventaron” (inventados para el provecho de sus partidos políticos mayoritarios) y ahora, que parecen más tranquilas las aguas, es cuando verdaderamente tenemos que preocuparnos, ya que los políticos han comprobado que se pueden hacer las cosas a espaldas de la ciudadanía sin problema, una vez más.
La primera contradicción comprobada en Cataluña resulta por vindicar una independencia siguiendo un fundamento democrático, paradójicamente dirigido contra una Democracia reconocida en todo el mundo. Parece un poco de risa, pero si escuchas sus discursos, los políticos independentistas se apoyan en un “derecho democrático” y en un derecho a convocar elecciones bajo dicho principio. No les bastan las elecciones oficiales donde se refleja perfectamente la decisión del pueblo catalán, una decisión que ronda todas las legislaturas el 50 % a favor y en contra de dicha Independencia.
Los políticos catalanes se equivocaron y se equivocan en su estrategia desde que entró en vigor la Transición y el cambio de régimen en 1978. Los mayores independentistas curiosamente abogan por una república, olvidando el pasado cuando las dos anteriores terminaron en fracaso. Estos señores y señoras republicanas están igual de obsoletos que el Comunismo y creo que deberían ponerse al día en sus preceptos. Otra contradicción que hemos tolerado todos los españoles ha sido permitir partidos independentistas. Una cosa son partidos regionalistas, que defienden por encima de todo los intereses locales, respetando la Constitución, y otra muy distinta permitir partidos radicalizados que pretenden destruir el camino democrático y que cada año cedía más competencias al autogobierno regional. Y eso debe pasar por hacerse escuchar en el Parlamento Europeo, donde se tiene muy en cuenta al regionalismo de todos los países. Si se ha prohibido en el País Vasco, no entiendo que se permita en Cataluña enarbolar banderas prestadas en Castellón (la famosa estelada) por colectivos adoctrinados en la mentira histórica creada por los abuelos catalanes.
El camino democrático está claro que no es el correcto para los catalanes, ya que les “molesta” el mayoritario colectivo de españoles que residen en su Comunidad Autónoma y que puede equilibrar cualquier referéndum. Además, no tienen ningún soporte legal para romper con Madrid ni con el resto de España. En mi modesta opinión, a los catalanes les vendría bien conocer su propia Historia y no la inventada, porque aquí está la clave para conseguir su independencia soñada. Yo no tengo ningún interés en que Cataluña se separe del resto, ni tampoco depende mi economía de este hecho, tanto si se separan como si no. Mi abuelo nació en Barcelona, pero no conservo ni nunca he tenido algún vínculo distinto al que pueda tener por Murcia o Andalucía. Para mi España es algo único, incluso cuando estábamos separados en taifas y reinos, incluyendo a Portugal, nuestra región prófuga. Pero todavía me fastidia más que los catalanes no consigan una voz predominante que les abra los ojos a su verdadera Historia y al papel y camino que los catalanes originarios les señalaron hace más de 10 siglos.
Cuando Ramón Berenguer I tomó las riendas de todos los condados catalanes adyacentes a Barcelona (algo menos de la mitad del territorio catalán actual) y tras sucesivos matrimonios de conveniencia: condados de Girona, Osona y Carcasona y Rasés, vio colmadas sus pretenciones de expansión, y así sería premiada su labor al considerarse en los anales de la historia como “Hispaniae Subjugator” (traducible por Apoderador o “Conquistador de España”). Como podemos comprobar, ya en esa época Barcelona se consideraba una parte de España que luchaba contra el Islam. Sus descendientes fueron sumando pequeños territorios unas veces condados y otras tierras de nobles caídos en desgracia o terruños ganados a los moros. Lo que está claro es que no se puede hablar de territorio independiente nunca, ya que desde Carlomagno, cuando Cataluña no era más que la Seo de Urgel y cuatro comunidades en los Pirineos, que se poblaron sucesivamente por el empuje de los musulmanes, estos condados pagaron tributo a los reinos francos, a la taifa de Zaragoza, a Aragón o cualquier reino con poderoso ejército, precisamente para no ser absorbidos por éstos.
Todo cambió tras la decisión de Ramón Berenguer IV. Este conde barcelonés quiso ampliar mucho más su territorio y vio que sus antepasados lo conseguían mayormente sin batallar, es decir, a golpe de tributos y suculentas dotes en matrimonios bien orquestados. Con este conde terminarían los cuantiosos tributos que pagaban los catalanes para mantener su integridad, y qué mejor boda que casarse con la mismísima reina de Aragón, Petronila, que en dicha fecha de 1150 cumpliría 14 años de edad. Con dicha boda, el título de conde de Barcelona pasaría a la rama familiar aragonesa (que conquistó décadas antes el rico territorio de la Zaragoza musulmana) y, aunque los catalanes no perdieron de inmediato sus usos y costumbres, desde esa fecha pasó a ser una provincia de Aragón. Para Ramón Berenguer IV fue un éxito, pues su descendencia pasó de ostentar el simple título de conde a rey. Pero para Cataluña significó la dependencia total y la contribución al Reino de Aragón. Prácticamente hasta el siglo XV todo lo catalán se confunde con lo aragonés por la sencilla razón de que eran un mismo ente político.
Se hace necesario este repaso histórico para poder comprender la sugerencia posterior, por eso, permitidme un último comentario. Con la unificación de la corona de Castilla (que ya había absorbido Galicia, Asturias y León), con Aragón, Navarra y Granada, el rey de España hereda los títulos aragoneses, esto es que Carlos I heredó de su padre el título de Conde de Barcelona.
Desde el siglo X hasta la actualidad, en Europa se han ido sucediendo las monarquías, y todavía subsisten 10 que, sumadas sus poblaciones, son reyes que gobiernan sobre unos 150 millones de habitantes y en países tan importantes como el nuestro, Reino Unido, Holanda, Suecia, Dinamarca, Noruega y Bélgica. En todos estos países sin excepción se han visto obligados a convocar Cortes Generales a lo largo de la Historia por el prematuro fallecimiento de algún monarca sin descendencia o sin sucesión clara. En todos ellos se han vivido guerras sucesorias por discrepancias a la hora de sentar en el trono a alguno de los pretendientes, y también por conflictos políticos graves, como es nuetro caso. En fin, en todos los países se ha tenido que elegir o admitir a la fuerza (José Napoléón), previa proclamación de los prohombres en las Cortes.
El Parlament Catalá sólo tiene que proclamar Rey al Conde de Barcelona. El Parlament Catalá ostenta las atribuciones necesarias para proclamar a un Rey Electo. Dicho título de Conde de Barcelona pasó de Juan de Borbón a su hijo y tras su abdicación al actual Rey Felipe VI. Jurídicamente existen precedentes por todo el suelo europeo, desde el mismo Reino Unido y Holanda hasta numerosos territorios de Centroeuropa, sobre todo germanos. El Parlament Catalá consigue así que Felipe VI sea también Rey de Cataluña y ésta pase a considerarse un reino. Con derecho histórico añadido, pues en el siglo XVIII Cataluña ostentó el título de Principado, retirado en 1835 a cambio de más territorio para la nueva configuración provincial de España.
Se puede convertir en realidad el sueño de los Ramón Berenguer de hace 1000 años. A través de una convocatoria a Cortes se puede conseguir el “Derecho Real”, primer paso para la consecución a la Independencia. Además todos bajo la bandera legítima de Cataluña y no la inventada fuera de ella. Nunca en la Historia (al menos no tengo constancia de ello) un monarca ha declinado una convocatoria a Rey Electo, pues es la voluntad de todo un Pueblo (representado en su Corte) quien lo proclama, así que de negarse Felipe VI a susodicha modificación en su Título, sería la primera vez en la Historia de Europa.
César Metonio
Ejemplo en el siguiente vídeo de “diálogo democrático” (antes llamado de “besugos”) con el que los catalanes insisten aún a sabiendas de que resulta una pérdida de tiempo: