De las tres últimas comparecencias de Donald Trump en los medios, solamente le he visto tomar el micrófono en la última, que fue para proclamar el estado de alerta para los Estados Unidos con motivo de la Pandemia de Coronavirus que azota al mundo. En las dos anteriores se mantuvo distante, pensativo y sin ánimo de intervenir en las reuniones. Está más que claro que el Presidente conoce detalles que seguramente nos pondrían los pelos de punta, de tan alto peligro que apenas él mismo puede soportar la carga.
La clase política se está viendo en apuros en estas dos últimas décadas. No existe país democrático, ni los pocos socialistas que quedan, donde no se les rinda cuentas y uno a uno se les comprueba el patrimonio adquirido, se persigue la corrupción, y los discursos y eslóganes pierden toda la credibilidad ante la avaricia que demuestran. No ocurre solamente en España, sino en todo el mundo.
Existe una teoría “conspiranoide” de que ciertos círculos secretos atentaron en Wuhan con un arma biológica que ha desencadenado la actual pandemia que sufrimos. Unos apuntan a los magnates de las multinacionales derivadas del petróleo y de las energías fósiles, que están intentando boicotear el “cambio” hacia las energías renovables. Es como decir que las grandes empresas, que los empresarios están atentando contra el status qvo. Pero a mi me parece que, de no ser un accidente espontáneo, de no ser el Coronavirus una desgracia natural, que si alguien está atentando contra el mundo son los políticos. Quizás bajo las órdenes de éstos, desalmados científicos mutaron el coronavirus que ya causó epidemia en 2003 para que resulte más letal, y por lo visto, lo están consiguiendo.
Donald Trump no es un político sino un empresario que “compró” la Presidencia. Tenemos a un hombre que está sentado en las mesas de los dos gremios: político y empresarial. En España lo habríamos tenido de igual forma hace tres décadas si a Gil y Gil no le hubiesen parado los pies la clase política española. “Cada uno en su sitio”. Pero Trump se ha saltado esta norma universal y ahora deambula entre dos aguas, sin poder posicionarse porque resulta “un traidor” para ambas partes. Su trayectoria en Política le ha acercado más que nunca al pueblo que representa. No mira ahora la vida desde un despacho, fríamente, encarado a un gráfico reflejado en su pantalla. Su carga es fundamental para este momento crucial. Ese dilema lo mantiene pensativo, con dudas, pues mira que su pueblo va a morir, como está ocurriendo en Asia y Europa masivamente, y que después vendrán los demás continentes. ¿Qué oculta? ¿Por qué no deja sus roles y se muestra más humano de una vez por todas? Dinos qué pasa Donald Trump.
César Metonio
Que existan «círculos secretos» lo desconozco pero que las decisiones no manan de los políticos es evidente. Los titiriteros ya han repartido los respectivos guiones a sus títeres y nosotros no somos mas que figurantes, y ya se sabe como acaban estos en las obras de ficción…aunque esto es muy real.