Los suelos de cemento pulido son la solución elegida en estas dos últimas décadas para las viviendas y chalets de lujo unifamiliares, así como para los edificios públicos de poca altura, mayoritariamente los de una sola planta. El mejor edificio público del 2015 aplica dicha solución, considerándose un revestimiento ideal para la vivienda o edificación sostenible en general. Sus ventajas son numerosas, así como el aprovechamiento de los espacios útiles y su mantenimiento.
Las superficies con este material prácticamente abarcaban los suelos de las naves industriales y áreas comerciales a finales del siglo pasado y sería la moda y su bajo coste las culpables de que se trasladara a las viviendas. Antes de ese tiempo, se podía observar en los garajes y sótanos de los edificios, aunque no se pulía el hormigón hasta finales del siglo pasado. Hace poco renové el suelo de un garaje con cemento y la aplicación es la misma, salvo su acabado pulido, que resulta el proceso fundamental para que nuestro suelo adquiera la compactación suficiente y pierda su rugosidad y porosidad extrema de las superficies cementadas.
El éxito de su implantación despertó el interés comercial de las cementeras, así que crearon los microcementos, fabricados explícitamente para su acabado pulido. Así que os recomiendo que uséis este tipo de morteros y las herramientas adecuadas para su aplcación, siguiendo las medidas de agua que el fabricante recomiende para cada caso concreto.
Para el caso del garaje, observamos un gran deterioro del suelo, así que primeramente barrimos toda la zona de cascotes, desprendimos los salientes más pronunciados y procuramos el máximo de nivelación. En estos casos de gran deterioro resulta muy práctico y duradero instalar una parrilla o mallazo plástico para que el cemento solidifique estructuralmente. El mallazo también nos ayuda a nivelar el suelo, así sólo debemos verter el cemento enluciendo con la ayuda de las palas, llanas o rastrillos que nos sean más prácticos para expandir uniformemente el mortero.
En nuestro caso no requería del acabado pulido, así que usamos una mezcla de cemento y algo de arena refinada. Es muy importante la mezcla pues si se excede con el cemento se pueden provocar agrietamientos, pero si se echa mucha arena pierde consistencia y su durabilidad se acorta. La arena debe ser colada pues por muy refinada que sea, siempre posee granos muy grandes que se deben eliminar para que el acabado no sea demasiado rugoso. Os recomiendo que apliquéis el cemento en dos sesiones: mitad de suelo el primer día y la otra al siguiente, pues a temperatura normal (sobre los 20º), se puede pisar a las 24 horas, y que la mezcla sea siempre la misma. Contad la cantidad de cemento y arena para que no se formen zonas de distintas tonalidades de color en el suelo. Para este garaje la proporción de nuestro mortero era de 3 de cemento y 1 de arena.
Si hubiésemos elegido un acabado pulido, la aplicación se realiza del mismo modo, pero hubiésemos adquirido un mortero ya preparado de microcemento, al que sólo se debe añadir el agua. Tras el secado recomendado por el fabricante, habríamos pasado la pulidora, un proceso algo pesado y repetitivo, pero que deja una superficie atractiva a la vista. En numerosas ocasiones y, a pesar del pulido, se pueden elegir productos a base de resinas sintéticas para darle una protección añadida al suelo pulido, incrementando su brillo y confiriéndole un aspecto lujoso. No hay que olvidar que este tipo de suelo es susceptible a las ralladuras y manchas y el brillo se pierde paulatinamente con los productos de limpieza demasiado corrosivos. Su mantenimiento es similar al de una pared, ya que se puede pintar y abrillantar cuantas veces queramos, tapando sus futuros deterioros con masillas cementadas.