No es algo novedoso que la “Prensa Rosa” relegue al olvido a grandes sabios y artistas talentosos, quedando tan sólo el recuerdo de si fue espos@ de tal o amante de cual. Le ocurrió al principio a la misma Madame Curie, que no la aceptaban si no venía relegada tras el nombre de su marido. También le ocurrió a la gran matemática Mileva Maric, a la que nunca se le reconoció sus aportaciones a las teorías de su marido Albert Einstein, como tampoco a la protagonista de nuestra historia, Dora Maar, famosa por ser modelo y amante de Pablo Picasso, pero nunca por méritos propios. Resulta más que seguro de que la práctica totalidad de genios de la Historia han sido influenciados en mayor o menor medida por sus parejas de turno, incluso trabajando en los mismos proyectos codo con codo, pero tenemos la costumbre de ensalzar los méritos de un titular, casi siempre hombre, atribuyéndole la totalidad del mérito.
Dora Maar (1907-1997) comenzó su fama de artista de vanguardia tras su fallecimiento. Siempre a la sombra de las biografías de Pablo Picasso, no sería hasta este siglo que los biógrafos y periodistas de investigación se interesaran por su personalidad como artista, por sus obras y sin centrarse en sus parejas, exponiéndose sus trabajos de Fotografía y Pintura a partir del año 2013, eso si y como es costumbre, siempre se la presenta entre paréntesis o sin ellos, como una de las amantes de Picasso. Resulta un poco chocante contemplar de pronto la obra de una artista casi un siglo después de crearlas, pero no es la excepción. Todos conocemos el caso más famoso: Van Gogh, cuyo éxito sobrevino muchos años después de fallecer.
En el Centro Pompidou se exponen desde el 5 de Junio hasta el 29 de Julio, en la Galería 2, más de 500 obras y documentos que recorren la vida artística de esta mente privilegiada, aunque para su época no tuviese la cabeza muy bien amueblada. Quizás lo más destacable de sus trabajos fuesen las fotografías realizadas en su época surrealista, corriente a la que se adhirió y por la que conoció a los más grandes escritores y artistas de su tiempo. ¿Surrealismo? ¿Alguien calificaba a Buñuel, Dalí y a demás genios como “mentes normales”? Pero claro, en una mujer esa misma “excentricidad” la llevaba directa a los sanatorios y casi siempre a las sesiones de electroshock, como ocurriera a nuestra protagonista Dora Maar, tras verse relegada por Picasso a la indiferencia.
A pesar de que en el Centro Pompidou tampoco desvinculan a esta genial artista de Pablo Picasso, con el que estuvo directamente relacionado sentimentalmente solo siete años, mostrando los trabajos que éste le encargaba, tanto pictóricos como fotográficos, merece la pena ver los anteriores a 1937, cuando todavía no lo conocía, y comprobar la visión artística que poseía nuestra protagonista. Sus retratos pintados con tan sólo 20 años nos dejan la impronta de un gran talento. Las instantáneas de las bailarinas “con estrella” y otras damas a gran tamaño, son dignas de la cartelería actual, con la diferencia de que se crearon hace más de 80 años. Del mismo modo me sorprendió su trabajo “costumbrista”, con las fotos de la miseria reflejada en los suburbios de París y Barcelona de primer tercio del siglo XX. Juro que pensé que eran instantáneas de Buñuel la primera vez que las vi. Un aura de misterio envuelve todo su trabajo, una visión decadente como las corrientes artísticas de su momento, una tristeza, en fin, como los retratos que le dedicó su amante, al que volvemos por enésima vez y sin el que quizás nunca hubiésemos conocido a este magnífico talento Dora Maar. Si pasas por París en estas fechas, date una vuelta por el Pompidou para conocer su obra que bien merece la pena.
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