El pollo al horno es quizás uno de los preparados culinarios más antiguos de la Tierra. No solamente con la domesticación de estos animales se prepararon recetas. Con la creación de los primeros corrales durante el Neolítico ya cocinábamos estas aves, sino que, miles de años antes, ya los preparábamos en las concavidades naturales o artificiales que los primitivos crearon, para dar forma a los primeros hornos y cocinar con ellos esta suculenta carne. Solamente en China, existen miles de granjas con más de 15 mil millones de pollos.
Las recetas sencillas suelen ser las más sabrosas. Es lo que ocurre con el pollo, cocinado en todos los continentes, así que puedo sugeriros la receta más común de las españolas, y comentar algunas que llaman la atención en otros lugares. Lo iremos viendo en otros post. En éste, veremos la más sencilla.
Para la preparación industrial del pollo asado, en las regiones: catalana, valenciana y balear, se prepara el pollo a l´ast (o castellanizado pollo al ast), que se trata de insertar varios pollos en un pincho rotatorio en contacto con el fuego directo (brasa, horno o gas), cocinándose en su propio jugo. El cocinero en este caso rocía con caldo o vino blanco y espolvoreando ajo, perejil y/o piñones, hasta que la pieza está lista. También se prepara con hierbas aromáticas, dependiendo de la zona: limón, romero, tomillo, pimienta, etc. En estas comunidades autónomas, se trata de la primera comida rápida que se comercializó, al menos desde los años 1950s. La que más he tomado, “el pollastre alacantí” (o alicantí), la conozco desde principios de los 1980, pero me consta que se fundó en 1965. Vale la pena probarlos si pasáis por la capital alicantina, pues los preparan muy sabrosos y con el justo sabor picantito.
Para el horno, el asado de pollo tampoco necesita más que su propio jugo. Ya viene listo de la carnicería, de manera que solamente ponerlo en la bandeja y hornearlo a 180º (precalentado al menos 10 minutos). Entre 60 y 90 minutos, dependiendo de las preferencias, si nos gusta más o menos cocinado. El jugo con el que podemos rociar la pieza, puede ser a base de preparado de caldo (que puede comenzar con un simple vaso de agua con sal) con pimienta, o vino de jerez, ajo y perejil fresco, o solo el caldo con sal si no nos gusta el picante. Cada cuatro o cinco minutos recogemos de la bandeja caldito y rociamos el pollo para que tome color y no se queme demasiado. Pero variedades las hay en cada localidad. He encontrado una “versión libre” sobre una receta tradicional muy curiosa:
Luego viene el relleno. Podemos rellenar el pollo con bacon, queso, jamón de york, carne picada, verduras, cítricos, con lo que nos apetezca. También se suele acompañar el pollo con patatas, tomates partidos por la mitad, u otras verduras en la misma bandeja, una guarnición que completa unos platos riquísimos. Podemos optar por el pollo sin rellenar, acompañado por una guarnición, pero también podemos realizar todo el preparado completo: relleno más la guarnición. Para lo último necesitaremos una bandeja profunda, tipo bol.
Asados de pollo son famosos las variedades de todo el continente americano, desde los Estados Unidos hasta Argentina. En Oriente Próximo popularizaron la shawarma árabe, que conocemos como kebap, cortado en tiras cortas, rellenan los rollos y döner. En Asia destacan las hindúes, como el pollo al tandoori y el más que popular pollo a la pekinesa chino, de laborioso y curioso preparado. A medida que vaya descubriendo vídeos os iré presentando recetas. De Europa, probé un pollo a la holandesa muy interesante cuando visité un crucero de esta nacionalidad.