Peñíscola (Peníscola en valenciano) es una histórica Ciudad (con título desde 1707), que se encuentra en la costa del Bajo Maestrazgo, en la provincia de Castellón y al Norte de Comunidad Valenciana. Actualmente residen alrededor de 7500 habitantes y no solo consta en la lista de los 79 Pueblos más Bonitos de España, adheridos en el año 2013 en la Feria de Turismo FITUR, sino que fue la precursora de dicha Denominación, cuando la lista sólo contaba con 14 inscripciones. Desde que se elaboran este tipo de listas tanto en revistas como en la Web, Peñíscola aparece siempre en las primeras posiciones, algo que nos da idea de la belleza de su entorno natural y de su interesante disposición en el paisaje, por su atractiva vista desde el mar como desde tierra, sin duda, uno de los pueblos más bellos de España.
El área de esta singular península ha sido habitada desde tiempos muy remotos, tanto en su interior como en la sierra colindante. Existen vestigios escritos de su poblamiento al menos desde el siglo VI a. de C., citada ya por Hecateo, aunque se consolida como puerto mercantil de consideración en tiempos de Cartagineses y Romanos (citado por Estrabón en el siglo I a. de C.). De modo que podemos decir que se trata de uno de los pueblos más antiguos de España. Este poblado pesquero habitado por los ilercavones, se convertiría en punto de contacto importante primero con fenicios, pasando consecutivamente al interés de griegos, cartagineses, romanos, bizantinos y árabes, todos ellos dejando huella más o menos considerable en forma de restos arqueológicos.
Peníscola proviene de una traducción del griego al latín que literalmente significa (“casi isla”). La lengua valenciana ha mantenido intacto este topónimo durante casi 20 siglos, pero una “mala traducción” al castellano confunde los accidentes geográficos entre sí, pues Peñíscola parece más relacionada con una peña que con una isla. Pero sin duda se trata de una casualidad, ya que los monjes en tierras castellanas convirtieron las n seguidas de i o y en ñ para ahorrar tinta, de modo que es casual que al tiempo se llegara a la confusión en la traducción castellana, como ocurre con otros términos si aplicamos la destrucción debida de la ñ (Hispania-España).
A pesar de que los árabes dominaron Peñíscola durante más de cinco siglos, sus restos son muy escasos. Se conoce que se referían a ella como Baniscula y que intervinieron en numerosas ocasiones para reforzar su fortaleza defensiva. Durante mucho tiempo sería frontera con los pueblos cristianos del Norte Peninsular, y las zonas rurales colindantes guardan todavía acequias y cultivos construidos en dicha época. Se sabe que fue cuna de personajes ilustres musulmanes, como el Rey Lobo (comienzos del siglo XII) y el poeta y diplomático Alí Albatá (siglo XIII). En el año 1233 la Ciudad se entregaría sin lucha a Jaime I con la condición de respetar a sus pobladores y sus costumbres sarracenas. Dos décadas después, este mismo Rey, ordenaría su pertenencia al Reino de Valencia y la expoliación de bienes a los musulmanes en favor de los nuevos pobladores cristianos. En 1294 se iniciarían las obras de construcción del actual castillo de los Templarios sobre las ruinas de la alcazaba árabe, un castillo abierto al público y que maravilla a los visitantes durante todo el año.
Peñíscola se convierte en foco de interés para toda la Cristiandad en el año 1411, cuando se convirtió en sede papal bajo el gobierno del Papa Luna, un Papa exiliado y no reconocido por algunos reinos, pero apoyado por Castilla, Aragón y Escocia. Con el nombre de Benedicto XIII se sentó en el trono de Avignon y protagonizó el Cisma de Occidente ocurrido a finales del siglo XIV, ante la elección de otro nuevo Papa simultáneo en Roma (hubieron hasta tres papas gobernando a la vez). En dicho año de 1411, este papa longevo (superó los 94 años de edad), se exilió en Peñíscola con toda la escuadra naval pontificia, hasta su fallecimiento en el año 1423. Se le calificó desde 1415 como hereje y “antipapa”, pero a pesar de ello, le sucedió en el trono de Peñíscola Benedicto XIV, otro cardenal de origen aragonés hasta su renuncia en 1429 y que daría fin al Cisma de Occidente. Entonces Peñíscola dejó de ser “territorio pontificio” para ingresar en la lista de las Villas Reales del Reino de Valencia.
El patrimonio arquitectónico de Peñíscola le ha conferido una personalidad propia que le proporciona una imagen universal. Aunque la gran mayoría de construcciones se erigieron en la Edad Moderna y Contemporánea, se perfila como una “villa medieval” típica. Sus robustas murallas fueron construidas por el arquitecto militar de Felipe II y el Portal Fosc por el arquitecto, a las órdenes del mismo Rey, Don Juan de Herrera, dando entrada a su casco antiguo, configurando en el siglo XVI una ciudad bien defendida “contra el Turco» que asediaba constantemente las costas españolas.
Antiguamente Peñíscola se convertía en isla cuando el mar cubría el brazo de tierra que la unía al Continente. Ocurría de forma regular todos los años en marea alta, pero la construcción del puerto y edificios en el mismo ismo, la convirtió en península permanentemente. Ahora es un paraje repleto de bellas playas y de turismo patrimonial muy interesante, sobre todo el religioso, ante la conservación de este tipo de edificios en gran cantidad y calidad, construidos sobre todo a partir del siglo XVI. También es muy recomendable su Museo del Mar.
La gastronomía resulta de lo más interesante ya que podemos encontrar lo más selecto del mar, sobre todo marisco, productos de huerta y carnes (de cordero principalmente), regado todo con un excelente vino y aceite de oliva, exportados desde el tiempo de los romanos por su calidad. No pueden faltar las tradicionales paellas y arroces a banda, ni la deliciosa fideuá, y para los pocos meses más fríos, la suculenta olleta, del tipo “cocido”, de lo más nutritiva y sabrosa. Para degustar todos sus platos típicos y su rica repostería os recomiendo visitar la ciudad en sus días más señalados, así podréis conocer también sus tradiciones culturales: su arte y su música. El 17 de enero se celebra su Fiesta Patronal dedicado a San Antonio Abad. En Febrero Carnavales, en Mayo San Isidro, en Junio se celebran verbenas populares y suelta de vaquillas por San Pedro, y en Septiembre sus Fiestas Mayores en honor a la Virgen de la Ermitana, sobre el 8 y el 9, para finalizarlas el fin de semana siguiente de estas fechas para celebrar desfiles de Moros y Cristianos.