En el recorrido caprichoso por la geografía española, me ha parecido oportuno comenzar por el Norte, por el País Vasco, y por una población que me ha parecido la más bella en todos los aspectos: estéticamente, por su silueta inconfundible marcada en el paisaje, por su interés histórico, cultural y rica gastronomía. Se trata de Laguardia, una villa antiquísima, capital de la comarca de la Rioja Alavesa, dedicada casi en exclusiva a la elaboración de uno de los vinos más apreciados del mundo, ostentando la Denominación de Origen “Vinos de La Rioja”.
Desde lejos ya se nota que “pasamos” a la Edad Media, pues Laguardia es de esos pueblos que no han perdido su silueta marcada allá en el año 1164 como Villa, título otorgado por el entonces monarca navarro Sancho VI. Éste ordenó completar el círculo amurallado, reforzando las partes ya existentes, ante la amenaza de las razzias (saqueos) de los moriscos y, porqué no decirlo, ante la posibilidad de que otros reyes cristianos le disputaran la Plaza. La configuración medieval no se ha perdido en estos 9 siglos transcurridos, como tampoco el antiguo arte del cultivo de la vid, paisaje que nos acompaña desde la entrada al valle, con alguna que otra frondosa arboleda.
Pero tanto el cerro bajo que ocupa Laguardia como el valle que lo circunda ha sido ocupado por humanos desde mucho antes de la Edad Media. Lo más interesante para el amante de la Arqueología es la Ruta de los Dólmenes, testigos mudos de la actividad en la zona al menos 1000 años a. de C. Pero existen otros yacimientos explorados con utensilios y restos más antiguos todavía. En algunos se ha registrado actividad durante el periodo celtibérico hasta la romanización, desde el siglo IX al II a. de C. Se puede visitar el mayor estanque artificial (suministro de agua) de la Edad del Hierro de Europa. Durante la época Imperial y visigótica se trazaron numerosas calzadas y construcciones, cuyas bases fueron aprovechadas en la Edad Media modificando el estilo al gótico, ejemplo de ello son algunas torres de defensa (incorporadas casi siempre a templos) y la propia muralla de Laguardia. En época moderna se fueron erigiendo palacios-fortaleza, sobre todo en el siglo XV y XVI, la mayoría aprovechando partes del muro o sustituyéndolo por uno más alto y grueso, convirtiendo la villa en una pequeña “ciudad-fortaleza”.
Los subterráneos y cuevas que se utilizan como bodegas también son construcciones antiguas. Cuando los monjes del siglo XII mejoraron los cultivos, observaron que la temperatura constante y la poca luz mejoraban el vino, así que en Laguardia se pueden visitar algunas de estas grutas o subterráneos dentro de la Ruta del Vino por La Rioja, pasadizos que constan ya en los registros del siglo XVI como bodegas. Pero en la superficie también encontramos un rico patrimonio civil, militar y religioso antiguo.
La iglesia de Santa María de los Reyes, del siglo XII, posee el único Pórtico policromado de España (junto con el de Toro en Zamora), pieza incorporada en el siglo XIV y pintada en el siglo XVII. La iglesia de San Juan es de estilo románico y su torre es un elemento aprovechado de la antigua muralla. La ermita de Santa María de Berberana también es románica. El Convento de los Capuchinos data del siglo XVII. Edificios civiles importantes son el Ayuntamiento Viejo de estilo renacentista, en cuya entrada luce el escudo del rey Carlos I. El Nuevo muestra en su fachada un carillón con figuras autómatas que danzan a determinadas horas. Ambos Ayuntamientos se encuentran en la Plaza Mayor, centro neurálgico de la Villa desde su fundación.
Otros lugares de interés son las Lagunas y el embalse del Prao, varias bodegas que admiten visitas turísticas y un kiosco de finales del XIX construido en hierro para honrar la figura de Félix María Samaniego (1745-1801), que es el escritor más reconocido de Laguardia y podemos visitar un monumento muy original instalado en su interior. Las Fiestas Patronales se celebran en junio, entre los días 23 y 29 para honrar a los santos San Juan y San Pedro, ocasión perfecta para conocer la Villa y probar su rica gastronomía. Otras festividades interesantes se celebran el 29 de agosto, San Juan “Degollao”, donde se puede contemplar la danza tradicional; las de San Blas en febrero; en mayo se celebran el Día del Gaitero, que cada vez atrae a más turistas amantes de la música y la danza tradicionales; y San Isidro, donde tiene lugar una Feria de la maquinaria y productos agrarios.