La sangría es una bebida típica española cuya base es el vino y su origen se pierde en los tiempos. Probablemente se iniciara su elaboración en el Sureste, donde se cultivaron por primera vez los ingredientes frutales y cítricos durante la Edad Media, aunque saberlo con certidumbre resulta bastante difícil. En el amplio espacio de la Mancha se le llama zurra, pero es totalmente distinta a la sangría “oficial”, ya que un importante ingrediente, aguardiente y otros alcoholes, se le añade para convertirla en un combinado más fuerte. Hoy en día se confunden ambas recetas, llamándose sangría del mismo modo, lleve o no alcohol añadido.
Según la normativa de la Unión Europea que regula las denominaciones de origen, la sangría sólo se puede producir en España y Portugal. Si leemos el diccionario, la sangría se compone de vino, gaseosa, azúcar, limón (naranja) y debe servirse muy fría (con hielo picado a poder ser). Esa es la base fundamental de la sangría, pero se le pueden añadir trozos de melocotón y otras frutas y, como he comentado antes, licores de nuestro gusto si el refresco va destinado al consumo moderado de los adultos.
Otra variante se produce en Asturias, ya que se elabora sangría con sidra, una bebida ya de por si afrutada, resultando una refrescante e interesante variable. También se ha puesto de moda la sangría de cava, sobre todo en el nordeste peninsular. La sangría tuvo un gran acogimiento en tierras americanas, de hecho se cree que fue un combinado creado en las Antillas y Ecuador importado luego a mediados del siglo XIX. Por el aporte de gas carbónico (gaseosa), quizás sea cierto el apunte, pero la base de vino con frutas maceradas ya se preparaba mucho antes en la Península. Lo realmente cierto es que se popularizó a partir de los años 60s del siglo pasado por la facilidad por elaborar hielo en los frigoríficos domésticos, pues resulta fundamental que se sirva muy fría.
Os cuento cómo la preparo:
Trozos de limón, naranja, melocotón en una jarra típica española de cristal. Echo un cuarto de vino tinto (los de Alicante tienen graduación alta y resulta muy sabrosa), echo luego dos cucharadas de azúcar, remuevo y dejo macerando la fruta unas 2 horas. Si os gusta la canela podéis echar una pizca o una ramita. Luego añado hielo en trozos o picado hasta algo más de la mitad de la jarra, y por último le añado la gaseosa, removiendo con un bastoncillo con cuidado para que se mezclen bien los sabores. Si la preparáis para adultos y os gustan los licores, liga con cualquiera de ellos, aunque es tradicional (de América) el brandy, se puede echar ron, ginebra o aguardientes, al gusto de los comensales. Por supuesto, también se puede preparar con vino blanco. Elaborar una sangría sin alcohol es de lo más sencillo, simplemente sustituyendo el vino por mosto (zumo de uva), sin añadirle nada de alcohol, resultando una bebida muy saludable y refrescante para toda la familia.