La tecnología como asistente del hogar no es nada nuevo en nuestras vidas. Edificios inteligentes ya son operativos en todos los continentes, sobre todo grandes rascacielos, donde son capaces de generar energía suplementaria para optimizar el ahorro. En cuanto a los hogares “inteligentes”, la domótica se encarga de equiparlos para que todo funcione correctamente bajo el control del dueño, incluido el abastecimiento de alimentos, la limpieza o el ahorro de energía y agua.
En los años 70s surgieron algunas películas que ya predecían hogares automatizados. Hasta algunas de ellas dentro del género de terror, con robots que “cobraban vida independiente” y las hacían pasar moradas a sus dueños, en plan “Alma de Metal”. Aquella ciencia ficción es ahora toda una realidad y las películas de ahora “analizan” ya las consecuencias de un hogar “robotizado”, controlado por una inteligencia artificial.
En la película “Tenía que ser él” podemos contemplar una comedia típica de sobremesa, de esas que se ven en familia, aunque se abusa un poco del “chiste verde”, que puede incomodar a las familias con niños preadolescentes. El argumento gira entorno a la asombrosa presentación del novio de la “niña”, un hombre que pertenece a la “generación tecnológica”, millonario precoz y excéntrico, tal y como nos suelen presentar a los directivos de Google, Facebook o de otras modernas empresas dedicadas a Internet y a la multimedia.
James Franco interpreta al novio excéntrico, Zoey Deutch a la “niña de papá” inteligente y que se ha enamorado, pero necesita las “bendiciones” familiares. El magnífico Bryan Cranston se convertirá en el escollo a superar, el suegro que se aferra a los modelos de empresa tradicionales y que considera a la nueva tecnología on-line como el enemigo que lo está perjudicando. Insisto en que, como comedia, no es nada del otro mundo (no supera 6,3 en la encuesta del índice IMDB), pero los detalles de la misma nos hacen reflexionar sobre la domótica en general y de cada gadget en particular, como el inodoro “inteligente” o un ordenador por voz que analiza y proporciona soluciones, pudiéndose comunicar a través de la voz desde cualquier sitio de la vivienda o por el reloj de pulsera, mediante las tecnologías inalámbricas.
Hay que reconocer que esta tecnología resulta muy cara de adquirir y mantener, pero es cien por cien posible hoy en día y sólo debemos esperar a que el mercado vaya reduciendo costes para que resulte asequible para cualquier bolsillo. Recuerdo la primera vez que tuve un teléfono con la aplicación de video-llamada, era estupendo poder hablar con el interlocutor mientras le mirabas también a la cara, pero el alto precio de las llamadas la mantuvo, en cierta manera, impopular y se convirtió en una opción “inútil”. Ahora es mucho más habitual, gracias a distintos soportes donde se incluye la opción gratuitamente. En fin, el progreso transcurre a gran velocidad en la tecnología y películas como ésta nos hacen comprender, con más o menos gracia, que el futuro ya está aquí entre nosotros.