Hace más de un siglo las vides californianas sufrieron un ataque patógeno primero mermaba la producción, luego destruía cosechas enteras y terminaba por matar las plantas. Por entones a dichos microorganismos se les nombraba por el apellido del investigador, “enfermedad de Pierce”, patólogo y botánico que no consiguió aislar el agente que causaba la enfermedad, ni elaborar ningún tratamiento eficaz para combatirlo, a pesar de los años dedicados. Durante más de medio siglo se archivó la cuestión, teniendo los agricultores que soportar los brotes continuados. La ahora llamada Xylella Fastidiosa sigue a sus anchas allá donde se encuentre, sin que los científicos hayan dado con el remedio definitivo.
Se sabe que la Xylella es una bacteria que se transmite a través de los insectos y se la llamó “fastidiosa” porque sigue resistiéndose a su detección y aislamiento, a pesar de que nuestra tecnología está mucho más preparada que hace 50 años, época en que se retomó la aventura de estudiarla. En Europa ataca principalmente a los olivos y raramente a los cítricos y vides, quizás porque son más resistentes, demostrándose también que en las encinas sus daños son apenas significativos para la planta. Los insectos que transmiten la bacteria están especializados en alimentarse de la corteza de las plantas (madera o xilema), de modo que propagan la bacteria al ir pasando de una a otra para alimentarse.
Solamente en California esta plaga causa una pérdida a la Agricultura de más de 100 millones de dólares anuales. En Italia son más de 200.000 ha. afectadas de olivar, cuando en 2013 se detectó un pequeño brote, expandiéndose sin remedio y sin pausa. También se ha detectado en zonas limítrofes de Francia con Italia, por lo que científicos de ambos países están colaborando para encontrar alguna solución. También se habla de algunos brotes en Alemania. Actualmente lo único que encuentran efectivo es actuar como en los tiempos de gran desconocimiento científico, es decir, a las bravas: quemar los especímenes afectados y sellar grandes áreas para su control, sean cepas sanas y contaminadas. Pero hacer esto no detiene a los insectos, que son los propagadores de la bacteria.
En cuanto a nuestro país, se detectó la presencia de la Xylella en las Islas Baleares (excepto Formentera) a finales del 2016. En el año 2014 botánicos y científicos españoles en general alarmaron a los parlamentos de Baleares, Cataluña y Valencia, pidieron ayudas para controlar el territorio y evitar el “contagio”, que no sobrepasaba los 4 millones de euros aportados entre las tres comunidades, pero no se les hizo caso. En 2017 los expertos valencianos volvieron a solicitar ayudas (a la Generalitat Valenciana) para que al menos no saliese de Baleares y infectase la Península, pero en junio del 2017, sin las debidas medidas de control y prevención, se detectó en los campos de Guadalest, al Norte de la provincia de Alicante, una docena de almendros afectados irremisiblemente por esta esquiva bacteria.
Sin los recursos suficientes y la impotencia de los agricultores por no saber qué tratamiento seguir para combatir el mal, a finales del 2018 ha llegado esta plaga a las mismas puertas de Madrid, donde se detectó un olivo afectado en el municipio de Villarejo. Los botánicos y especialistas sobre la genética vegetal están intentando implantar especies más resistentes a esta bacteria, pero mientras tanto se van contaminando más y más plantas en nuestro entorno. Las últimas noticias al respecto hablan de que ha llegado también a Andalucía.
El foco de entrada en la Península se localizó en Alicante, y ya son más de 60 municipios afectados, de los cuales la mitad están totalmente “tocados” con la bacteria y el resto numerosos cultivos. Así que si se detectó hace algo más de un año, no es difícil calcular cuánto tiempo se tardará en propagarse a la totalidad del territorio nacional, seguramente infectado en menos de 5 años.
Parece ser que los gobiernos autonómicos ya se han tomado en serio las advertencias que hace un lustro los botánicos elevaron a sus respectivas competencias. En Madrid, por ejemplo, donde solamente se detectó un olivo afectado, se estudia y controla la zona 0 y sus alrededores. En Almería se detectaron 3 casos en plantas ornamentales, así que se están controlando los viveros y el transporte de dichas plantas por si hubiera más afectadas. Parece ser que visto el panorama en Alicante, se ha activado un dispositivo de control en todas las comunidades autónomas que, según fuente de La Vanguardia, ha decidido la Comisión Europea ejecutar para la erradicación y control siguiendo las normas de la Ley de Sanidad Vegetal. En fin, supongo que es “aleatorio” criticar la falta de decisión en el momento adecuado por parte de los políticos, pues si se hubiesen dirigido aquellos cuatro millones a parar la plaga en Baleares, ahora no tendrían que gastar decenas de millones en combatirla por todo el territorio nacional. Además se desoyen los consejos de los que se dedican a las tareas del campo de toda la vida, perdiéndose mucha vida vegetal sana y recursos innecesariamente.