Hace unos días la Ministra de Asuntos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, que es también Secretaria General de la fuerza política Podemos, arremetió duramente (llamó «despiadado») a la importante cadena alimentaria Mercadona, cuyo presidente es Juan Roig. Al día siguiente, el empresario valenciano, en una respuesta “aguda”, se identificó como “ejemplo de los empresarios españoles, generamos riqueza, pero los dirigentes deben hacer bien su trabajo”, declaración que trasladaba a todos los demás empresarios, como Poncio Pilatos, pasando la pelota a la CEOE, que se sintió aludida, y que no tardó en defender a uno de sus miembros más ilustres.
Podría especificar el torrente de declaraciones que se despertó en todos los sentidos y desde todas direcciones por este “roce” entre Ministra y Empresario, pero eso es algo que podéis consultar en Google, a través de varios periódicos digitales. No me importan demasiado dichas declaraciones que no nos llevan a ningún lado. Lo que sé es que compro a diario en Mercadona y que desde finalizada la Pandemia, justo cuando no era obligada la mascarilla en sus áreas comerciales, comenzó una subida de precios sin precedentes, suponiendo entre un 50 % y 100 % de aumento en los precios de absolutamente todos sus productos. Esta locura de aumento supone entre 50 cts y 1,5 euros de aumento por unidad, dependiendo del producto. Si comprábamos de media hace un año 20 productos por 20 euros (algo que ya era abusivo), ahora se necesitan al menos 30 euros para comprar lo mismo. Estamos hablando de productos de primera necesidad, de alimentos y limpieza e higiene. De nada nos sirve que el Gobierno imponga rebajas al pan y a la leche, si el resto de productos se convierten en lujo. De nada sirve protestar porque políticos y mercaderes seguirán acumulando riquezas a costa del usuario corriente, que paga siempre los platos rotos. Somos unos estúpidos al pensar que democracia es lo que estamos viviendo, ya que llevamos varias décadas siendo dirigidos por minorías que gobiernan a base de pactos.
No escribo este post por intereses políticos. De hecho, ya he declarado en numerosas ocasiones que soy apolítico. Pero intento comprender las cosas y verlas desde el máximo de ángulos posibles. Me ha sorprendido mucho que una Ministra traslade las inquietudes mundanas de los usuarios y sus reproches a una de las fortunas más importantes de España, pues Mercadona es la doceava empresa más rica del país, equiparada con El Corte Inglés, y solo superada por Inditex, bancos, energéticas y telecomunicaciones. Empresas culpables de las subidas de los precios. Aclarado esto, cuando observé el aumento de casi todos los productos de un día para otro en mis compras cotidianas, lo relacioné con la subida de las energías y combustibles, pero me sorprendió una subida tan desorbitada, con el aceite de oliva a 5 euros, motor de nuestra alimentación diaria en España. Hace ya años que intentan establecer ese precio de 5 euros, y lo subieron durante algunos días en años pasados para comprobar el efecto de los compradores, pero esta vez, lo mantuvieron durante semanas, para bajarlo a 4.77, en una fluctuación en los precios que nunca había observado hasta ahora, recurrentes también en los refrescos, jabones y numerosos productos, preámbulo de desastres económicos por inestabilidad y especulación.
Durante dos años de Pandemia las cadenas de supermercados obtuvieron más beneficios que la mayoría de empresas de otros sectores, pues todos nos ralentizamos y dejamos de producir y generar a los niveles del 2019. De hecho, en el 2020 Mercadona batió su récord de beneficios con unas ganancias de 727 millones de euros netos. Los años de Pandemia le vinieron muy bien a estos supermercados y, camino de la “normalidad”, en 2021 generó unos beneficios netos de 680 millones. Tampoco está nada mal, pero Juan Roig se ha establecido la marca de los 1000 millones, y para conseguirlo requiere un aumento del precio de sus productos de un 50 % al menos. Y en eso está. El aumento de impuestos por parte del Gobierno, el aumento del precio de los carburantes y energía, le ha supuesto a Mercadona una reducción de sus beneficios de más de 40 millones de euros, pero también es cierto que esta empresa paga menos impuestos en proporción que otros cientos de empresas del sector. Se ha trabajado año tras año su éxito, pero ahora se ha convertido en una “diva” despótica que, con pocos escrúpulos, aplica sus aumentos sin pensar en el usuario, mayormente mileurista que apenas llega a fin de mes. Eso sí, ofrece donaciones puntuales todos los años, una contradicción que nunca entenderé.
Esta avaricia mercantil que observamos en Mercadona no es nueva. Se ejerce desde hace un siglo en todas las grandes empresas, sobre todo por las que acaparan el mercado. Del mismo modo que los usuarios permitimos que los chinos acapararan el mercado, estableciendo los precios básicos (algo que nos vino bien pues se estaban disparando hace más de una década), permitimos también que Mercadona se hiciese con el mercado de la alimentación y estableciese los precios medios al consumo. Más de cinco millones y medio de usuarios compran habitualmente en alguna de sus 1600 tiendas, y somos nosotros quienes debemos “soportar” y tolerar los abusos. Ayer mismo comprobé con estupor que los productos alimentarios en los ultramarinos y tiendas de chinos se habían equiparado a los de Mercadona, algo impensable hace un año. No entiendo de Política ni de Economía, pero entiendo que estamos sufriendo una subida de los precios sin precedentes, entendiendo también que Mercadona está ejerciendo de oportunista, siguiendo el lema de “todos suben los precios y yo también”, sin tener ninguna necesidad, ya que sus beneficios son más que un colchón, suficiente para aplicar una subida progresiva de céntimos y no de euros, pues hablamos de comida.
Y entiendo por fin las declaraciones más que lícitas y fundamentadas de la Ministra Belarra. Si alguien puede hacer algo al respecto es esta Ministra y la animo a que ponga freno a las subidas de todo, y no solamente a Mercadona, sino a establecer precios realistas a nuestra renta per cápita, y dejar de manifestarse cara a la galería, pues eso no lleva a ningún lado.No voy a extenderme en explicar cómo Mercadona ha dominado el mercado, con sus políticas de no publicitarse, de “regalar” sus bolsas de plástico y que luego cobraron por Ley (sin rebajar en proporción sus productos, que hubiese sido lo más honrado), del trato aceptable a sus empleados, abriendo guarderías gratuitas para sus empleadas con hijos, por ejemplo, de establecer precios competitivos y calidades aceptables, etc. Lo tengo que observar objetivamente y desde el punto de vista del usuario y, si todo, absolutamente todo sube, y los bancos cobran cantidades INMERECIDAS por manejar el dinero de otros (uso de cuentas y tarjetas de plástico que pagan los usuarios), no le encuentro ningún sentido a la ecuación. Lo mismo vale 2+X=6, que 3+X=6, pues el resultado es el mismo (entiéndase X como el especulador). Claro, si todo sube, el Estado puede afrontar su Deuda Externa con mayor liquidez, y para eso tiene que robar a los usuarios. Eso es lo que vivimos realmente: un robo a gran escala. Las consecuencias pueden ser catastróficas de seguir así, y no se necesita estudiar Económicas para percatarse.
Estamos viviendo quizás la época con más presión fiscal y económica de la Historia, cuando te cobran 1 euro hasta por el aire de inflado de los neumáticos, porque la avaricia mercantil no tiene límites, obligados también por la praxis devoradora y sin sentido del Estado, que aplica medidas parciales transitorias y que promueven la especulación en todos los sectores y niveles de producción y consumo. Esto es la ley de la jungla, y el nido de sinvergüenzas más grande de la Historia, vistan con traje en el hemiciclo o en la empresa. Todavía no me explico, por ejemplo, que a un empleado de gasolinera se le exija un “carné” de manipulación de materiales inflamables, pero que a los usuarios se nos exima para servirnos nosotros mismos la gasolina. ¿Tiene todo esto algún sentido? La cuestión y resumen es la sabida: siempre pagamos los mismos y siguen los políticos sin consultarnos las medidas importantes que aplican.
César Metonio