El equipo de www.qvo.es ofrece su más sentido pésame por las víctimas del COVID-19 a las familias, por eso muestra desde el inicio de esta terrible Pandemia un lazo negro en todos sus post.
Una a una el Comité Olímpico Internacional o COI va eligiendo sus sedes olímpicas a su aire, ya sin elecciones abiertas entre las candidatas y sin votación “democrática”. En vista de que este “comité” está “sucio” desde hace varias décadas, ya no necesita la parafernalia de una supuesta votación (así se ahorra más escándalos por los sobornos recibidos).
Estuvo sucia con la designación de Tokio 2020, la presente edición, y lo estuvo con la designación de Londres 2012, Río 2016 (un escándalo total), y las que vendrán: París 2024 y Los Ángeles 2028. Ahora, como colofón, el 20 de Julio designaba desde Tokio a Brisbane 2032, como sede olímpica, una zona australiana que ni los profesores de geografía sabrían situar con exactitud en un mapa.
Claro, con el favoritismo descarado a las últimas sedes, las grandes capitales del mundo ni siquiera presentan ya sus candidaturas, sabedoras de la suciedad politizada de este COI, que debería cesar en su totalidad, cambiar de sede pirata (Suiza no es más que un nido de piratas), y que tiene la prepotencia afrancesada de ningunear a mejores proyectos y con diferencia, en capitales que nunca acogieron la antorcha olímpica, optando sin pestañear por favorecer a los “amiguetes” que ya fueron sede con anterioridad.
En efecto, a falta de proyectos poderosos de ciudades históricas, los candidatos ahora eran de risa. Doha, la capital de Catar y un proyecto conjunto entre las dos Coreas. Cualquiera de estas dos alternativas eran más que optimistas, a falta de rivales de renombre, y Australia ya celebró una Olimpiada hace tan sólo dos décadas, en Sydney 2000. Pero el COI, uuuy, el COI es un monstruo de cuatro cabezas, y prefirió dictar (del verbo donde sale “dictador”) una sede que parecía salida de una manga muy negra: Brisbane. Si, no os avergoncéis de mirar el Google Maps para localizar dónde se encuentra esta ¿ciudad? Porque, es posible que algunos sepan que se encuentra en Australia, pero no más.
Brisbane se encuentra en el Estado de Queensland, en la costa este de la inmensa isla australiana. Además oficia como capital del Estado. Se trata de la tercera ciudad por población del país, con algo más de 2.3 millones de habitantes en su área metropolitana. Históricamente, a parte de su papel en la Segunda Guerra Mundial, usada como puente para las tropas norteamericanas, resulta irrelevante para el resto del mundo, y siempre se la presenta con el típico comentario de “fundada en 1824 y colonizada mayormente por los presos británicos y sus descendientes”. Se hizo tristemente famosa en los medios por los catastróficos incendios que sufrió en los últimos veranos.
El COI está conformado por unos 95 miembros que “deben olvidar sus nacionalidades” para dedicarse plenamente al Olimpismo. Pero desde el año 1998 se percató el público de que no solamente olvidaban sus nacionalidades, sino que “vendían su voto al mejor postor”. Es más que probable que esta práctica se llevase a cabo desde mucho antes, pero fue un suizo, Marc Hodler, quien tuvo las agallas de denunciarlo. La investigación llegó hasta el 2003 con diez miembros expulsados y diez más sancionados. Demostrado, el 20 % de los miembros estaban sucios, pero seguro que los sobornos salpicaron a un porcentaje mayor.
En el año 2006 la ciudad de Nagano gastó más de 4,4 millones de dólares (para entretenimientos) en su recepción a los miembros del COI que se alojaron en Japón. Otras fuentes hablan de hasta 14 millones en gastos, así que nadie se extrañe que ahora veamos a Tokio como sede olímpica.
Creo que el proyecto a la candidatura “Madrid Olímpico” costó un millón de euros (otras fuentes hablaron de 4) en gastos promocionales. Claro, sin despilfarrar más dinero y sin sobornos, ahora nos damos cuenta de que Madrid como candidata fue una ingenua. A este paso, veremos un tercer Londres, París, Los Ángeles y Tokio olímpicos, ciudades privilegiadas y a las que no les hace falta sobornar al COI, ya que son ellas claramente las que reciben los sobornos, las que mueven el «cotarro» olímpico y celebran los Juegos Olímpicos cuando les place.
César Metonio