La negativa de Papi Robles de Compromis (nacida en Murcia) de entrar en la Catedral con la Reial Senyera Valenciana, el símbolo más preciado de la Comunidad, y tener que ser la Alcaldesa quien la sustituyera a la entrada de la misma, da cuenta del absurdo político del 9 de Octubre Valenciano, una fecha que, para ser claros, conmemora la victoria de los cristianos contra el Islam, fecha que en 1238 se daba fin a más de cinco siglos de gobiernos musulmanes en el Antiguo Reino de Valencia. Acciones como la de esta político de Compromís, hace tambalear todo lo establecido sobre los «usos y costumbres en el Reino de Valencia» y, de paso, todo lo protocolario. Cualquier auténtico valenciano se habría vestido con sus mejores galas, pero los políticos las reservan para sus comidas y cenas en el Ritz. Si no tiene sentido para ellos, que son nuestros representantes, ¿para qué seguir con esta farsa?
La Costumbre y la Tradición lleva a conmemorar la fecha histórica como “siempre se ha hecho”, modificando detalles, pero respetando siempre el mismo protocolo procesional en “acción de gracias”. Dicho 9 de Octubre se celebra desde siempre con ritos y procesiones cristianas, católicas, apostólicas y romanas, y con actividades laicas anteriores y posteriores a dicho protocolo religioso. Que existan personas que se desvincularan del cristianismo (sobre todo desde finales del siglo XIX) y ya no se sintieran y sienten identificados con sus ritos y ceremonias, comenzó y comienza un “motivo político” por el que estas celebraciones dejan de tener sentido.
Ha habido épocas puntuales de la Historia de España reciente cuando esta ceremonia fue cuestionada. Sobre todo, desde las revoluciones de 1848 y 1868, y las “restricciones” a la Iglesia en favor de gobiernos laicos y partidarios de la desamortización (expropiación de bienes) de la misma, se fueron reduciendo las actividades a tan sólo algunas procesiones en las celebraciones. Hasta que durante la II República prácticamente se anularon los protocolos religiosos. Pero nunca se atrevieron a modificar esta celebración. Ahora parece que se repite la Historia, aunque más moderadamente, pues en dicha década de los años 1930s se llegó al asesinato de religiosos y quema de templos. Anarquistas, socialistas y comunistas principalmente, fueron los perpetradores de aquella violencia anti-clerical.
Como apolítico, intento ver los toros desde la barrera (en mi vida he ido a los toros y entré a ver una cuando arrastraban al último), pero hay que recordar a estos “señores políticos” de la Izquierda, que para conmemorar la derrota del Islam (que es otra religión y no un partido político) y la “entrega de una bandera a un Pueblo”, procesiones y Fiestas de Moros y Cristianos es lo pertinente, y no un discurso hipócrita de los que suelen platicar como charlatanes que son. Hubo una conquista (la entrada de Jaime I en Valencia fue pacífica) precedida y continuada por combates, terror y muerte, durante muchos años, y estos políticos quieren olvidar para que “encajen sus doctrinas hipócritas”, e imponer su particular “memoria histórica”, para que las nuevas generaciones sean más ignorantes que ellos mismos. Aquello no fue un baile, fue una guerra, algo que parece que olvidan los políticos. Ya vemos que provocan enfrentamientos con sus opiniones (caso de Israel/Palestina) a sabiendas de que están seguros en sus casitas.
Como amante de la Historia, me gusta contar “lo que pasó” y no la idea política que queda y se celebra. Ni los de Derecha ni Izquierda aciertan. Pero lo importante para ellos es que su “historia inventada” sea la que se entienda como “oficial”. Preguntad a catalanes y vascos, pues son maestros en inventar historias oficiales que no ocurrieron. Pero tampoco se libran los castellanos, que buscan su origen y se desintegran territorialmente por huir de su pasado, un pasado más bien cercano a la “Galicia del Sur”, en cuanto a su idioma se refiere, motivo por el que buscan sin encontrar su origen lingüístico, más allá del latín, pues se pierden en la Península Ibérica sin encontrarse. Pregunten a Alfonso el Sabio que, buscando, propició la apertura de escuelas y universidades, al darse cuenta de que hablaba galego y necesitaba “diferenciarse”. No busquen más, pues este señor mandó “inventar” el idioma castellano.
En lo que respecta a Valencia, en dicho año de 1238 se diferenciaba perfectamente la musulmana ciudad de Valencia (Balansiya), del resto del reino (clica si quieres saber más). Pero, curiosamente, pasó a denominarse del mismo modo todo, reino y ciudad tras su toma. Cosas de la Política. Conocer con exactitud la superficie de dicho reino ya es más difícil. Se considera por los historiadores en unos 24.000 km2, pero observo “aventurada” la cifra sin más fuentes que lo aclaren. Actualmente apenas supera los 23.200 km2. También lingüísticamente se hace muy difícil aventurar una superficie, pues queda demostrado que en gran parte de Murcia y Castilla-la Mancha (marquesado de Villena), se habló valenciano hasta el siglo XVIII, cuando desde el Obispado de Orihuela se excomulgó a los valenciano-parlantes, a mediados de la centuria.
Volviendo a la conmemoración, si se necesitó de más de una década para conquistar el resto de dicho Reino de Valencia, ¿por qué no se conmemora la conquista de Oriola o de Cartagena (que fue valenciana hasta 1300, cuando se cambió por Elche), últimos reductos valencianos conquistados? Pues sencillamente porque la Política siempre ha interferido y manipulado, a costa de la verdad. Pero voy más lejos, en 1276 todavía se combatía pueblo por pueblo entre moros y cristianos de todo el reino, por supuesto por culpa de la Política, ya que Jaime I, el “amigo Jaime” prometió a los moriscos que respetaría sus propiedades, pero no dijo “por cuánto tiempo”, así que en menos de un año ya estaba “regalando” lo del prójimo, como buen “socialista”, y a costa de dichas tierras ajenas, repartió (Llibre del Repartiment), entre sus seguidores cristianos, el Reino. Curiosamente quedó así configurado el reino con menos latifundios de Europa, de lo repartido que quedó su territorio. Los moriscos que se quedaron fueron pasando a un estado prácticamente de esclavitud hasta que se expulsaron definitivamente en 1609 los que no quisieron bautizarse a la fe católica.
Claro, en breve se juntaron decenas de miles de moros desarraigados a los que se les robó el patrimonio, terminando en violencia y casi todos refugiándose en huida por la Granada musulmana, tras la Batalla de Alcoy. Más de un siglo después, San Vicente Ferrer, en 1416, fundó en Valencia un orfanato para niños y niñas precisamente moriscos sin hogar, orfanato que aún existe. Paradójicamente, casi ocho siglos después, otro “socialista”, de apellido muy utilizado por los musulmanes conversos por entonces, reparte a la inversa patrimonio “cristiano” entre los “moros”. Cosas de la Política. En 1238, 50.000 musulmanes abandonaron la ciudad de Valencia para que entraran las tropas de Jaime I. En 1939, más de 100.000 republicanos abandonaron Valencia y por último Alicante, para que entraran las tropas de Franco en “reconquista” que, por cierto, llamaron “Cruzada”. No hacemos más que repetirnos.
Trabajos de ilustres catedráticos de la Historia suponen una “identidad valenciana” como punto de partida en esta fecha de 9 de Octubre de 1238 y su raigambre en el pueblo un siglo después o poco más. Respeto el trabajo de estos ilustres señores y señoras eruditas, pero no estoy de acuerdo, ya que la identidad valenciana es siglos más vieja, y no la dicta una fecha, ni siquiera un pendón (por cierto, en Aragón aseguran que es otro “invento catalanista” clica aquí para leer sobre el tema ). La identidad la marca una costumbre, una cultura y una lengua, algo que compartimos los valencianos desde antes de la llegada de cartagineses y romanos. Los políticos celebran e inventan, y sus opositores intentan destruir, pero el que quiere conocer, lee y se informa, sacando sus propias conclusiones LIBREMENTE. ¡Visca València!