El gotelé es una técnica muy antigua y que podemos encontrar en numerosos restos arqueológicos del Norte de África (Egipto), Oriente Medio, el ámbito de la Grecia Clásica y restos románicos. Es la antítesis de las superficies lisas y encontramos su máximo exponente en el Rococó, un estilo que evoca lo Barroco pero elevado a su máximo exponente. Como corriente arquitectónica encontramos los últimos retazos en el Neoclásico del siglo XIX y Modernismo, de finales de ese siglo y principios del XX.
Se trata de revestimientos, estucos que en un principio imitaban a la Naturaleza: las rugosidades de las cavernas, también sus estalactitas y estalagmitas, aplicando una técnica distinta para cada superficie. Algunas obras son de un mérito impresionante, como los revestimientos pétreos de muchas arquitecturas de Gaudí, por ejemplo, o de algunas catedrales europeas (la de Palma de Mallorca por ejemplo). El estuco pétreo que más me ha impresionado, es el salón modernista de principios del XX del Círculo Industrial en la localidad de Alcoy, donde y de forma artificial, se decoraron techos y paredes imitando una gruta natural. La construcción está incluida en su Ruta Modernista de Alcoy (Alicante), en la Comunidad Valenciana.
Para conseguir ese efecto rugoso y que casi siempre parecen gotas o muchas salpicaduras, los artesanos “rascaban” la piedra y luego la acoplaban a la fachada o donde correspondiera. Otras veces “tallaban” una vez colocadas las piezas grandes con unas herramientas especiales, dándoles ese aspecto rugoso, pero cuando el gotelé se quería conseguir sobre superficies lisas de yeso, escayola, etc., la técnica variaba, pues debían “salpicar” con un material espeso la superficie, esperar a que secase, para luego darle el color de acabado mediante barnices tintados, aceites o una especie de goma arábiga con agua (pez) que se teñía, o unos polvos blancos (llamados Blanco España popularmente hace décadas) y/o cal para blanquear. Nuestro pasado islámico ha dejado numerosas pruebas de este tipo de decoración, así que os hablo de costumbres y artesanías con más de un milenio de antigüedad. Los contrastes entre lisos y rugosos mediante esta técnica, marcaban una decoración muy atractiva y lujosa.
El gotelé en pisos, apartamentos y viviendas en general, se pone de moda a principios de los años 80s tras una larga costumbre de empapelar las paredes, que abarcó en España desde la posguerra hasta finales de los 70s. La culpa de que se implantara se debe principalmente a los techos, ya que solían colocarse preciosas placas de escayola con relieve, rodeadas por una moldura. Poco a poco los profesionales se fueron dando cuenta de la dificultad por reparar este tipo de techos, así que fueron optando por el enlucido total, dejando techos lisos, blancos y paredes empapeladas. En poco tiempo las constructoras implantaron el techo liso por defecto, pero a muchas personas les parecía “poco atractivo”, vacío, así que a algún lumbreras de la profesión (quizás a los personajes de la serie famosa, Manolo y Benito) se le ocurrió echar gota con la tirolesa, la “manolita”, herramienta con forma de boca de dragón que lanza gotas con la ayuda de una manivela. Este tipo de herramienta se inventó mucho tiempo antes para los revestimientos de las fachadas. Los techos así con gotelé tenían dos ventajas: disimulaban muchas irregularidades (ideal para las constructoras), y no guardaban tanta dificultad a la hora de reparar, pues con una simple escobilla del WC (y no otra), se imita bien cualquier tipo de grosor de la gota.
Gotelé a mano
A mediados de los años 80s las constructoras vieron que echando gotelé en las paredes también, ahorraba muchas horas de trabajo, y comprobaron que el acabado quedaba muy atractivo, “innovador” comparado con la costumbre de los colorines del papel pintado. Se fabricaron las primeras máquinas, creando pistolas especiales que se acoplaban a embudos para echar la pasta de gotelé, que poco a poco también sería una pasta al temple especial para estucar por esta técnica. El tamaño de la gota depende de muchos factores, así que paso a explicaros lo fundamental.
Gotelé a pistola especial
El grado de liquidez de la pasta al temple es muy importante para determinar el grosor de la gota y su acabado redondeado, a “fideos” o puntiagudas. Si usamos un compresor con poca potencia y constante, resulta fundamental conocer la cantidad de agua que debemos mezclar con la pasta, y recordarla si tenemos que echar gota en grandes superficies, porque es la pasta la que debemos dominar. Pero si usamos un compresor superior a 2 hp de potencia, podemos regular el tamaño de la gota con la misma pistola, dándole más o menos presión de tirada. Os recomiendo en este caso preparar un cubo al 20% de agua, bien mezclado y sin grumos de pasta al temple. Hacer una prueba sobre un cartón hasta que se vea la gota deseada y aplicar las tiradas en paredes y techos moviendo la mano a pequeños círculos para que se difumine por todas partes por igual. Una guía perfecta es la observación del grado de humedad, pues cuanta más gota se eche, más oscura por mojada queda la zona.
Acordaros de proteger con cinta carrocera y papel satinado todo mecanismo, moldura y superficie que no queráis gota, así como todo el suelo, pues la presión es alta y aparecen gotas hasta en los lugares más inverosímiles. El olor del gotelé es muy penetrante y molesto, sobre todo para los animales domésticos. Puede provocar molestias gástricas, picor en los ojos e incluso mareos. Al día siguiente podéis aplicar la pintura. No es recomendable que quede la pasta sin pintar porque su agarre es débil. Si vuestra idea es aplicar las gotas como terminación, sin pintar luego, debéis incluir pintura plástica o aplicar una pasta que os recomienden en la tienda de pinturas y/o profesionales.
También existe un producto muy práctico en spray para echar gota en pequeñas superficies. El gotelé ya no está de moda. Ahora mismo prima lo liso, pero la microgota resulta un acabado precioso, os lo recomiendo si dudáis entre un tipo de superficie y otra. Con un compresor potente queda perfecto. Hace una década se llevaba una microgota multicolor, pero resulta muy caro. Se puede conseguir una microgota y luego pintar con plástico, del color que queramos y queda perfecto sin ser demasiado costoso.
Gotelé a pistola y compresor