“Si un juez ha juzgado una causa, pronunciado sentencia (y) depositado el documento sellado, si, a continuación, cambia su decisión, se le probará que el juez cambió la sentencia que había dictado y pagará hasta doce veces la cuantía de lo que motivó la causa. Además, públicamente, se le hará levantar de su asiento de justicia (y) no volverá más. Nunca más podrá sentarse con los jueces en un proceso”.
Estas palabras se grabaron en piedra hace 3.776 años. Es una ley perteneciente al Código de Hammurabi, por entonces gobernante babilonio. En él podemos encontrar otras 281 leyes donde se recopila el uso y costumbre de los hombres que inventaron la escritura, los sumerios. Todo un compendio de leyes que se recogieron para que jueces y gobernantes impartieran justicia al pueblo. Podemos suponer que están sonsacadas de códices como el Código de Ur-Nammu y otros todavía más antiguos, por que la Ley es tan antigua como la escritura misma. De hecho, simplemente refleja una costumbre ancestral que se practicaba de manera oral, pero al poder mantenerla “fija” mediante un acto (acta) escrito, nadie podría eludir sus derechos de amparo ni las consecuencias derivadas de un delito, susceptibles de cambios dependiendo del orador.
El Código de Hammurabi se basa principalmente en la Ley del Talión, es decir, a delito cometido se debe practicar un castigo equivalente. Prácticamente 200 de estas leyes están sometidas a dicha correspondencia. Por ejemplo, si por tu causa moría alguien, debías ser castigado con la vida. Su lógica era tan aplastante, que si matabas al hijo de un vecino, deberías pagar con la muerte de tu propio hijo. Este código pasaría a formar parte de la base de las XII Tablas Romanas, punto de partida de nuestro Derecho Romano, pero en la Ley Islámica podemos encontrar todavía muchos detalles de esta ancestral ley sumeria. Todo lo que se puede dar en un asentamiento colectivo y organizado, las posibles “reclamaciones”, estaban reflejadas en este Código de Hammurabi: robo, adulterio, asesinato, violación, etc., diferenciando claramente un delito cometido contra un hombre libre de uno esclavo.
Resulta que vivimos en el siglo XXI y no sólo nuestras leyes son injustas, si no que no se aplican como se debiera. Quizás por que no sabemos diferenciar al ciudadano libre del esclavo. Llevamos casi 4.000 años redactando leyes y organizando nuestro Sistema Judicial y sólo nos sirve para que éste proteja a los ricos y castigue a personas sin recursos, muchas veces desproporcionadamente (salvo contadas ocasiones flagrantes). Ministros, como hace unos años fue Gallardón, se dedican a “reescribir” la Ley del Aborto, como en un bucle, o a “retocar” las penas por fraudes fiscales para beneficio propio, amparándose en su poder como gobernante y añadiendo más cantidad de paja a los miles de “anexos” que componen nuestros liosos Códigos Penal y Civil. No se molestan en REVISAR todo lo obsoleto de verdad, que resulta más necesario. Porque en eso se ha convertido nuestra Ley en la actualidad: un amasijo de artículos, parcheados hasta la saciedad, que sólo conducen a la desorientación, dejando, en definitiva, que la visión de un juez o un jurado popular de turno sepa interpretarla con acierto. Claro ejemplo de ello es la nefasta Ley del “sí es sí”, que la llaman todos así y todavía no sé por qué. Solamente sabemos que se redujeron y se reducen las penas de delincuentes peligrosos, pero nadie nos explica claramente porqué los jueces la interpretan así.
Con la “Ley de la Amnistía” que se quiere promulgar, esta confusión entre Política y Justicia se eleva a su máximo exponente. No sólo se va a eximir a claros culpables de delitos fiscales, terrorismo y actos violentos, y de vulnerar numerosos artículos de la Constitución Española, sino que además obtendrán el privilegio de ser exonerados en particular, ya que esos mismos delitos cometidos por personas que no sean catalanas o involucradas en el “Proces”, no obtendrán beneficios de dicha amnistía. “Justicia pero no por mi casa”. En resumen, una doble injusticia simplemente por el capricho de los políticos. ¿Hasta cuándo se puede soportar?
Por eso, cuando se juzga a alguien por un delito, siempre le encontramos un cariz político, todo lo llevamos a ese terreno por que la Justicia ha perdido el rumbo, ha perdido la perspectiva, la razón por la que fue creada. Todo le lleva al Juez a decisiones políticas y no legales. Quizás deberíamos suprimir todo y comenzar de nuevo. Quizás deberíamos sentar de nuevo las bases, escribir de nuevo nuestro Código Cívil y Penal, adaptándolo a las necesidades de nuestro tiempo, al igual que ladrones, asesinos, vagos y vividores van sofisticando también sus fechorías. Necesitamos un nuevo Hammurabi y prescindir de Gallardones y Bolaños.
César Metonio