Los españoles estamos habituados a la sisa, practicada desde nuestra más tierna infancia, hasta aplicarla a nivel empresarial cuando se es adulto. Los bancos recaudan cientos de millones simplemente cargando céntimos por “error” a sus clientes, que pueden superar el millón en muchos casos. El mecanismo para las reclamaciones es tan agotador, que nadie llega a más por unos céntimos, incluso por algunos euros, así que la jugada les viene de maravilla a todos estos piratas de tierra firme. Recaudan miles de euros sin merecerlo.

Cuanto mayor es la empresa y mayor su cartera de clientes, más “errores” y más recaudación en concepto de “regalo” acumularán cada año. Si se pasan con los errores y llegan reclamaciones en forma de denuncia, tampoco les importa demasiado abonar una sanción administrativa, pues será siempre menor a lo robado. Con sanción o sin ella, al perjudicado nunca le llegará una satisfacción por el hurto, pues la sanción será abonada en el juzgado de turno, perdiéndose en el «limbo del Estado». Ganan todos menos el denunciante. La Ley está mal hecha y mal aplicada, como otras cientos de leyes que no se revisan del Código Civil y Penal. Pero si te fijas bien, no se revisan, sobre todo, las que benefician a los que siguen estas prácticas de usura.

Hace un par de años, no recuerdo exactamente si fue durante la Pandemia o poco después, solía pedir comida preparada por Just Eat. Muchos restaurantes exigen como única forma de pago la tarjeta de crédito. De manera que uno de mis pedidos fue anulado tras el pago, y me aseguraron la devolución del importe. Pero me cargaron los gastos de envío cuando no se envió nada, y no me devolvieron dicho importe. Just Eat se quedó por la cara los 1,5 euros en concepto de envío. Mi reclamación fue atendida pero no satisfecha. Me dijeron que “el sistema no cubría dicha devolución”. Perdí más de una hora intentando aclarar el tema. Ellos perdieron un cliente más los de mi entorno, que también se decidieron por otra empresa de reparto.

Mi tiempo es mucho más valioso que el de Just Eat (simplemente por ser cliente, porque pago yo), pero ahora todas estas empresas, con praxis similares a la banca y a la Administración Pública, te cobra en concepto de “gestión”, sin tener el menor respeto por el tiempo que pierde el cliente. Deberían pagarnos ellos por dicho tiempo, pero le han dado la vuelta al sentido común. Ocurre como cobrar por el envase y recipiente, que resulta una vergüenza impositiva por parte de un Estado totalitario y adoctrinador, pues cree que sus soluciones son las adecuadas y únicas, cuando existen otras vías más ecológicas y justas para todos. Pero, claro, sus intereses están por encima de todo. Y los políticos de la Unión Europea son cómplices de todas estas malas praxis y usuras, porque les conviene que pensemos que “su tiempo es más valioso que el del cliente y contribuyente”. Un ejemplo: cambiar el plástico por el papel, un absurdo que no tiene ninguna razón de ser, pues puede ser de todo menos una «solución ecológica».Desde lo ocurrido con Just Eat decidí pagar siempre la comida preparada en efectivo. Si no hay pedido ni envío, no hay pago. Y eso es lo que os recomiendo a todos. Pero me confié. Se dice que somos los únicos animales que tropezamos en la misma piedra, y es cierto. Esta vez con Glovo, única aplicación que uso en estos últimos años. El viernes, 23 de Agosto, pedí a Foster´s Hollywood un pedido con un coste de 33 euros con algunos céntimos y lo aboné con tarjeta de crédito. Al poco me llamaron por teléfono para informarme de que no podían servir el producto que solicité, y si quería cambiarlo por otro. Al decirle que no me interesaba otro, se canceló el pedido. En la aplicación apareció el cartel “cancelado”, pero en mi cuenta bancaria está el cargo y no la devolución del importe. He pagado más de 33 euros por nada.

Al día siguiente intenté recuperar el importe. Me puse en contacto con Glovo, a pesar de que su atención al cliente es un verdadero insulto a la inteligencia humana. En vez de “ayuda” en la aplicación, debería decir: “apáñatelas pardillo”. Te salen 4 posibles cuestiones para toda la amalgama de errores que se pueden cometer, y ninguna que te sirva para nada. Cliqué en lo relacionado a “pagos” y escribí mi queja. El chat de la aplicación me indicó que abriera otro chat externo por voz, y una señorita admitió la cancelación del pedido, pero no podía hacer nada porque los de Foster´s Hollywood no le cogían la llamada.A día de hoy, ni he recibido ni recibiré el importe de dicho pedido que se canceló. Me consta que este tipo de praxis, de la connivencia entre empresas, y grandes, para perjudicar a los clientes, no les importa porque mueven miles de euros a nivel nacional, es una constante beneficiosa para ellos. Este tipo de praxis irá en aumento porque el pago en efectivo está desapareciendo. He probado en otras aplicaciones, y casi ningún restaurante quiere pagos en efectivo. Claro, con tanto dinero que reciben a cambio de nada, yo también rechazaría el pago en efectivo. La solución pasa por nosotros, buscando pagos en efectivo y obligando a todos a competir en ese sentido. También pueden mejorar su atención al cliente, pero eso no pasará.

La única solución pasa por negarnos al pago en tarjeta, al menos de los productos que recibamos a domicilio, y elegir siempre el reembolso o un tipo de pago (pay-pal por ejemplo) que incluya un seguro o garantice la devolución ante este tipo de errores o disconformidad con el producto recibido. Vivimos en un sistema que se juega al despiste ajeno, y el más listo se queda el dinero.

César Metonio lo escribió de parte de un cliente disconforme

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