El pasado mes de enero Orange me ofreció una suculenta oferta por cambiarme a ellos. Estaba de lo más “bien” en Vodafone, pagando 47 euros por la “fibra” a velocidad de 30 mb más una línea fija pero, por el mismo dinero, me ofrecían renovar mi teléfono móvil pasándolo a su Compañía al formato “Contrato” y la velocidad de descarga de mi Internet pasaría a 300 mb con un router “dual” preparado para la tecnología 5G. Desde enero mismo, nunca he pagado una factura inferior a 51 euros y la factura de abril me ha llegado a casi 64 € por que “me avisaron de que a partir de abril las empresas telefónicas habían acordado un aumento en todas las tarifas”, según me ha dicho esta mañana el Servicio de Atención al Cliente. Lo de la tecnología 5G y todo lo demás es pura fantasía y engaño. Vamos, el timo de la estampita a todos los niveles. Pero como mi experiencia en esta clase de timos es tan extensa, me gustaría deciros que no es una compañía concreta la que usa de la mala praxis para engañar al prójimo, sino que resulta una connivencia Estado-Sistema Judicial-Compañías Telefónicas, ya que todos ellos permiten el abuso hacia el Consumidor, que nos vemos totalmente desamparados bajo los continuados robos, los mismos a que nos tienen sometidos Compañías de Aguas y Eléctricas. Os cuento, que tiene gracia.
Antes que nada debo deciros que existe una “defensa del Consumidor” llamado OCU pero, curiosamente, se debe PAGAR para entrar en su “selecto club”. Una verdadera vergüenza que paguemos los contribuyentes una oficina del Defensor del Pueblo y debamos pagar también por denunciar a los ladrones. Es como si nos robaran la cartera en el metro y tuviésemos que pagar al guardia urbano para que detuviese al ladrón, tal y como dicen ocurre en México, extremo que creo deberemos aplicar en España también. Si un Autónomo o profesional comete un error (transportistas, cirujanos, albañiles, pintores, etc), le cuesta su licencia y ya no puede practicar más su oficio, además de ser sancionado con una multa que lo deja en la ruina. Pero en cambio, a las grandes Compañías, sean del sector que sean, nunca pierden su Licencia de ventas y las sanciones nunca son proporcionales al volumen de su empresa, tal y como aplican con las Pequeñas Empresas y Autónomos. Pero os cuento mi periplo de “sablazos” que he tenido que soportar de estos “ladrones del cable”.
Disfruto de Internet desde que se instaló la compañía ONO (absorbida hace unos años por Vodafone) en mi ciudad a finales de los años 90s. Entonces acometió una infraestructura colosal en el subsuelo, un cableado que tardó casi una década (hasta el 2008 más o menos) en terminar y que llegaba hasta el último rincón de la ciudad y entorno. Tuve la suerte de residir justo enfrente de un repetidor, así que me beneficiaba de picos espectaculares de velocidad de descarga, en una época en que 1 mb era lo habitual y alcanzar 5 ó 6 mb por hora resultaba hasta “futurista”. Recuerdo que entonces gozaba de una tarifa plana que rondaba los 30 euros (29 para ser exacto) y ya me parecía un lujo, pues entonces numerosos países (Estados Unidos entre ellos), defendían la tendencia de que Internet debía ser un servicio gratuito para todo el mundo. De hecho, creo que algunos lugares todavía siguen dicha política, como la ciudad de San Francisco. Pero un negocio tan suculento, con tantos “ratas” anidando en nuestro Planeta, me pareció inviable y un sueño que nunca se realizará. Pagamos el agua a precio de champange, pues imagina Internet…
Cambié de Compañía en mi primera mudanza de apartamento. Intenté volver a ONO pero no me respetaban la tarifa anterior, así que contraté Telefónica S.A. por que me ofrecían línea fija, Internet y me regalaban el terminal por 37 euros al mes. Era a principios del 2000. También sufrí numerosos cortes en el Internet, lo mismo que con ONO, pero “excusable” por que la infraestructura todavía estaba en pañales y necesitaban de continuas actualizaciones de todo tipo. Nunca me llegó una factura con dichos 37 euros acordados con Telefónica, siempre había “algo” que la aumentaba, fuese cierto el consumo, falso, o por errores inexplicables (que si reclamabas a veces te lo retornaban en la siguiente factura), nunca pagué menos de 42 euros al mes (aunque te indiquen que el IVA está incluido, siempre lo añaden al final de todo proceso, sea cual fuere, hasta por una sanción impuesta por ellos, siguiendo la ética y política de Estado y no la de empresa privada). Cuando cambias de Compañía quedan “picos” pendientes con la anterior. Todas las Compañías aprovechan la domiciliación bancaria para cobrarte de más, o cobrarte varios meses sin línea hasta que reclamas, e incluso cargarte en cuenta cifras desorbitadas. ONO me cobró en esa ocasión 648 euros por los 8 días de facturación entre su corte de línea y mi alta en la nueva Compañía. Rechacé el recibo y les pedí explicaciones, pero tienen tanta cara dura que te ordenan pagar dicho recibo, que reclames y que luego te lo retornarán (cuando les dé la gana).
Comencé a conocer el término “Permanencia” cuando contraté Internet portable con Vodafone. Aproveché una nueva mudanza de apartamento sobre el 2004 para rescindir el contrato con Telefónica, cuyos recibos ya superaban comúnmente los 46 euros. Adquirí un “pincho” para mi portátil y así disfrutaba de Internet en cualquier lugar. Los errores en la facturación con Vodafone eran desesperantes, así como los minutos de espera para resolverlos. Cada mes me quedaba sin Internet al menos 10 días por superar el Gb de descarga permitida, en un tiempo en que el tráfico por la web ya era considerable. Lo intolerable era que la factura llegaba siempre desproporcionada con el servicio disfrutado. No puedo comprender que cada mes tuviese inactivo el pincho por más de 10 días y pagase 40 euros. ¡Pagaba por nada! Vodafone aquí sigue las directrices de las Compañías de Aguas y Eléctricas que, aunque no consumas, tu factura es similar a la consumida. Una política se me antoja de oportunista y de auténtica piratería, permitidas por jueces y Estado, convirtiendo los servicios “intangibles” en bienes de lujo, del mismo modo que si te cobraran por respirar. Tuve que soportar 12 meses de permanencia para volver a la linea ADSL.
Pero el verdadero problema lo tuve con MoviStar y una línea que contraté para un teléfono móvil de alta gama que regalaban. Volví a contratar Internet con ellos y una línea fija con una tarifa plana de 37 euros gracias al “paquete” que suponía añadir la nueva línea para el móvil. Dicho paquete me resultaba un total de 60 euros si llamaba a las horas “permitidas”. La permanencia fue de 24 meses, permanencia de “moda” entre el 2005 y 2008. Durante muchos meses sólo tuve que soportar algunos cortes de línea de Internet y errores puntuales de facturación pero, terminando el periodo de permanencia, comenzaron a efectuar cortes en mi línea móvil sin ningún motivo. Recuerdo unas Navidades, época de más trabajo en mi oficio, que mis clientes no podían hacer pedidos ni yo llamarles, perdiendo una gran cantidad que facturo por esas fechas. Cada vez que me cortaban la línea tenía que llamarles desde otro teléfono (pues también cortaban la línea fija e Internet de casa) y me ocupaba más de 45 minutos pasando de departamento en departamento, hasta que resolvían el error. Aún así debía seguir sus estúpidas indicaciones, como pagar dos veces el mismo recibo, que a veces me retornaban y a veces no, y esperar dos días a que restituyeran la línea. Pasé unos meses de pánico porque coincidió con el derrumbe de la economía regional y mi herramienta más útil para ganarme la vida (Internet y teléfono) me fallaban. ¿Por qué no se pueden denunciar este tipo de errores y castigar los incumplimientos de contrato en la misma proporción al daño? Si yo esos meses dejé de facturar, por ejemplo, 1.000 euros, y mi economía se ha resentido de manera vital, ¿por qué queda impune la Compañía de Teléfonos? Claro, como no tienen oficina física donde reclamar, se amparan alevosamente en la misma vía que ellos han cortado, en un bucle absurdo y que siempre les beneficia. Terminó la permanencia dichosa y rescindí el contrato a las bravas, aprovechando uno de sus múltiples cortes de línea para no reclamar más. Pero no terminaron mis problemas, pues en el último recibo pretendían cobrarme 38 euros de un servicio “inventado” por ellos, ya que en ese periodo ya había cambiado de Compañía. A pesar de eso me estuvieron molestando varios meses, reclamándome una sanción por demora que ya ascendía a una deuda de 78 euros con IVA incluido. Yo hice el mismo caso que ellos para resolver los problemas de cortes que sufrí, y hasta bloqueé toda línea que me llamaba por dicho tema. Unos seis meses después recibí una carta notificándome que me habían incluido en la “lista de morosos”. Por 38 euros me habían incluido en dicha lista, cantidad que engrosaron hasta los 238 por que les dio la gana.
La competencia entre las compañías da que pensar de la “personalidad” que hay tras los altos cargos de las mismas. Se roban los clientes descaradamente entre ellos y existen “autónomos” que están especializados en aprovechar las ofertas para lucrarse de la ingenuidad de los consumidores. Siempre firmamos contratos confusos, con innumerables párrafos en letra pequeña y que son modificados vía Internet y sin notificar debidamente a las autoridades ni consumidores, pero les da lo mismo ya que las posibles sanciones suponen cantidades ridículas para los miles de millones que generan en beneficios. En el año 2014 cada gran Compañía acumulaba miles de denuncias, Telefónica S.A sola superaba las 9.000 denuncias y hasta el Tribunal Europeo sancionó “ejemplarmente” a varias de ellas, pero siguen practicando la piratería sin ningún freno, variando las estrategias y engañando al personal impunemente. Ahora te ofrecen “paquetes” impresionantes, firmas los papeles y ni siquiera esperan a darte el sablazo un par de meses (para disimular), Orange directamente te la mete en la primera facturación, como he sufrido yo mismo y todos los que contratamos a principios de año. Una verdadera política de “ladrones” que nada en un país que parece diseñado para el timo de la estampita y la Ley de la selva. Y en el caso de que les impongan una sanción, ¿qué tipo de compensación me supone a mí? Nada, y eso que fui el perjudicado.
Una última cosilla, si se os ocurre contratar línea por Internet y domiciliáis las facturas, os cobrarán aunque le deis de baja, pues las compañías tienen un software muy “sofisticado” donde se ha omitido en el algoritmo la palabra “baja” y «restar», y te seguirán cargando recibos aunque ni siquiera tengáis dicha línea instalada todavía. Esto lo está sufriendo una amiga muy amargamente con Telefónica S.A. Si te apetece desahogarte, comenta tu caso, pues la única manera que tenemos los consumidores de defendernos es contando y gritando las injusticias hasta que algún político vea “rentable” ayudar al prójimo.
César Metonio