Los Carnavales en España se celebran desde antiguo, teniendo ya referencias en gran cantidad desde la Edad Media tal y como se celebran hoy en día, es decir, vinculadas al Cristianismo, pero será en el Renascimento (Renacimiento para nosotros) cuando se convierte en una manifestación multitudinaria llena de arte, colorido y, por qué no decirlo, de desfase en todos los sentidos. Por eso perdura la palabra “Carnaval” como un término sinónimo de “festival de la carne” tras o anteponiéndose a la Cuaresma (según como se mire), pues nuestra existencia históricamente está plagada de épocas de escasez y penurias, así que la Iglesia, unos más y otros menos, toleraban y toleran estos desfases de la carne como una excepción “perdonable”.
Los Carnavales, del mismo modo que están relacionados con la Cuaresma, se deben sincronizar con la Semana Santa, así que se celebran 40 días antes del Equinoccio de Primavera, que en 2020 será el 12 de Abril (Domingo de Ramos). Dichos 40 días antes ocurrirá el Miércoles de Ceniza en 26 de Febrero, fecha de finalización de los Carnavales. Tanto el “Jueves de Lardero” como el “Miércoles de Ceniza” son dos festividades fijadas en la Península y que en el resto de Europa algunas comunidades han imitado o simplemente no se celebran.
20 de febrero: Jueves Lardero
21 de febrero: Viernes de Carnaval
22 de febrero: Sábado de Carnaval
23 de febrero: Domingo de Carnaval
24 de febrero: Lunes de Carnaval
25 de febrero: Martes de Carnaval
26 de febrero: Miércoles de Ceniza
La tradición por celebrar los Carnavales viene de tan antiguo que cada región española la ido “remodelando” a una moda que les gustó en cierto momento dado. Ocurre lo mismo en el resto de Europa. No vayamos a pensar que en Italia, por ejemplo, toda la Bota los celebran como en Venecia, aunque si es un modelo que gusta y gran número de poblaciones las celebran de forma similar. En España los tres grandes modelos son el de Cádiz, el de Santa Cruz de Tenerife y el de Águilas (Murcia), constando los tres como De Interés Turístico Internacional.
No debemos olvidar los Carnavales de Badajoz y Las Palmas de Gran Canaria que ostentan el Título de Interés Turístico Nacional, pero ambos se pueden englobar en los tres modelos anteriormente dichos. También hay que hacer constancia de que en numerosas poblaciones españolas las celebraciones son radicalmente distintas y no obedecen a modelos “modernos”, pues la música y colorido de los Carnavales más multitudinarios no se remontan más atrás en el tiempo del siglo XIX. Es en esa época cuando se admiten definitivamente las chirigotas en Cádiz (inspiradas musicalmente en la Jota, el Pasodoble, etc) y, mucho más tarde, se adaptan los ritmos caribeños y brasileros (siglo XX) para que toquen y bailen por las ciudades al modelo tinerfeño, inspirado a su vez en el de Río (Brasil). Hay que puntualizar que en todos estos lugares se celebra el Carnaval desde siglos antes, pero se “ordenan” como en la actualidad hace relativamente poco.
En Tenerife, entre otros detalles, destaca la gala de la Reina del Carnaval que, poco a poco, se ha convertido en un evento único en el mundo por la espectacularidad de los vestidos que desfilan. Si en el resto de Carnavales que siguen este modelo se da el mismo protagonismo a la Mujer, en Tenerife han llegado a su enésima potencia.
Prácticamente en toda provincia española destaca alguna población por sus espectaculares Carnavales. He realizado numerosos post del peculiar carnaval gallego, sin duda los más inalterados desde la Edad Media y que guardan toda la esencia “mágica” que estas celebraciones transmiten. En Navarra y País Vasco se está recuperando tras un pequeño parón que sufrieron durante la época franquista (como en muchas regiones). Así encontramos elementos modernos mezclados con la esencia rural (aires paganos, con el famoso akelarre surgiendo de nuevo) de unos Carnavales que pretenden también ser genuinos y multitudinarios. En el Levante encontramos ese mismo resurgimiento tras el franquismo, dejando de lado, casi en su totalidad, la tradición Carnestoltes que nos describen los escritos históricos, para seguir el modelo de Río de Janeiro. Así tenemos los de Alicante y Vinaroz, de coloridas máscaras y disfraces a ritmo de samba, timbaleiros y torcidas brasileñas.