Los españoles sabemos muy bien lo que significa “escasez de agua”, así que me resulta de lo más sorprendente que casi 4 años después de que Bill Gates presentara un inodoro revolucionario, que no necesita canalizarse a ninguna red de alcantarillado, que recicla las heces y orines para convertirlos en fertilizante seco, que además puede acumular energía eléctrica para uso doméstico, que se instala en media hora y que supondría un ahorro en agua multimillonario a todo el planeta, pase como una noticia “fake” y ni las autoridades ni particulares lo tomen en serio.
Los primeros retretes instalados en España de la época Moderna fueron curiosos “tronos” a los que se levantaba su parte central de madera forrada de terciopelo y se sentaba un@ sobre un agujero que desembocaba directamente a las cuadras de los caballos. Así se puede todavía contemplar en el Palacio de “La Granja”, durante mucho tiempo “casa de veraneo” de la Familia Real Española, y que choca porque el sistema no ha variado desde hace siglos. Cuando se instalan a finales del XVIII los primeros inodoros en las viviendas particulares de los pudientes, siguieron los mismos principios que usamos en la actualidad: receptor y desagüe para terminar en la red de alcantarillado. Es sin duda el mayor gasto de agua de todas las familias del mundo, pero también uno de los mayores negocios, del que obtiene una buena tajada el Estado, motivo por el que «no interesa» cambiar dicho sistema, aunque los periodos de sequía alarmen a la población.
En 2017 un instituto tecnológico de California ganó un concurso al “Water más Ecológico” patrocinado por la Fundación de Bill Gates y su mujer. Dicha Fundación lleva desde entonces instalando de forma altruista inodoros en zonas económicamente poco favorecidas y que sufren problemas por no poseer infraestructuras básicas, como agua potable ni una sanidad mínima para el control de enfermedades. Pero mi sorpresa es mayúscula cuando observo que en todos estos años ningún país ha acogido el proyecto en serio para instalarlo masivamente. Ni siquiera Japón, que es el país más avanzado a este respecto, quiere privarse de un WC con agua corriente. ¿Es el precio del inodoro el problema?
He buscado por la Web los tipos de inodoros ecológicos y su precio. Uno de compostaje certificado y que necesita electricidad (230 V.), alcanza los 2450 euros. Mismo precio para los “minis” para embarcaciones y vehículos. Otro especial para instalarlo al aire libre pues no necesita electricidad, cuesta 1250 euros. Encontramos en el mercado trituradores, inodoros portátiles y modelos variados desde los 59 euros hasta los 500 más o menos, pero no he encontrado el presentado por Bill Gates a la venta. Viendo el complejo sistema que se muestra en las imágenes distribuidas, supongo que un inodoro de Bill supera los 2000 euros sin duda, algo que nos devuelve a la época “del dieciocho”, cuando solamente los pudientes podían instalarse un WC en su casa.
Pero pensemos en la vivienda de nueva planta. Del mismo modo que se deben ceñir los constructores a una normativa para una correcta instalación eléctrica, cañerías, aislamientos, etc. ¿No sería conveniente que empezáramos por normativa a instalar inodoros secos y ecológicos en las viviendas de reciente construcción? Menos consumo de agua, menos riesgo de enfermedades, menos olores… ¿A qué esperamos?