Sobre todo en la última década, desde que proliferan los premios a “los pueblos más bonitos”, caímos en la cuenta del patrimonio tan impresionante que atesoran nuestros pueblos en España. Uno de los más espectaculares es Baños de la Encina, a pies del Castillo de Burgalimar, situado al Noroeste de la provincia de Jaén, un pueblo de lo más interesante para visitar, por su belleza en el paisaje y sus grandiosas construcciones, de gran valor arquitectónico e histórico.
El Castillo de Burgalimar se tiene como la más antigua fortaleza medieval de “nuevo estilo” en Europa (el de Windsor se comenzó en 1070) que se encuentre en buen estado de conservación. Se comenzó a construir en el año 968, y dependió jurídicamente de la histórica ciudad de Baeza hasta principios del siglo XVII. Lo mandó construir el califa de Córdoba, Alhakén II, en una zona crucial para dominar la entrada al valle del Guadalquivir, que en la época era como proteger la entrada a Andalucía. Pero no debemos olvidar que también fue “plaza fuerte”, es decir, no precisamente defensiva, sino que funcionaba como cuartel desde donde se enviaban soldados a los distintos frentes al Norte de la Península.
A mitad del siglo XV, el rey Enrique IV de Castilla otorga la administración a su condestable, Miguel Lucas de Iranzo, que dará el aspecto actual del castillo, ordenando levantar su Torre del Homenaje, y su grandiosa decoración, la mayoría desaparecida tras el paso de las tropas napoleónicas, destructoras de gran parte del patrimonio histórico español, que era “infinito” hasta la llegada de estos canallas.
Ya de por sí la historia y la arquitectura del Castillo de Burgalimar, declarado Monumento Nacional en 1931, da para escribir un libro. Sus catorce torres más la imponente del Homenaje, le confiere un aspecto único en el mundo, siendo modelo de numerosas construcciones defensivas por la Europa medieval posterior. Sus almenas y merlones le otorgan funcionalidad y belleza estética. Se le conoce también como “el castillo de los siete reyes”, pues consta como visitantes con más o menos tiempo de residencia, siete grandes reyes cristianos peninsulares, naciendo incluso uno de ellos entre sus muros, Fernando III el Santo, en 1189. Posee el privilegio de enarbolar la bandera de la Comunidad Europea (desde 1969, cuando España no pertenecía a dicha organización). Solo el Palazzo Vechio de Florencia comparte dicho honor.
A los pies de esta magnífica fortaleza, el castillo más antiguo del mundo (pues reúne las características del castillo moderno que se instaurará en Europa, a imitación de los producidos en Al-Ándalus), en sus alrededores, se fue asentando un número indefinido de agricultores y artesanos, hasta formar un pueblo organizado. Dicho colectivo tomó el nombre de Baños de la Encina que está vinculado al gran embalse, a Sierra Morena, y a la ermita dedicada a la Virgen de la Encina cercana. No se tiene registros de una población importante del tiempo islámico, de manera que parece lógico que este núcleo urbano prosperase con la llegada en el siglo XV del Condestable del Rey. Sus construcciones más emblemáticas, fuera del castillo, son posteriores a dicha fecha.
Pero la zona ya estuvo poblada mucho antes de erigir el castillo, como lo demuestra un fantástico yacimiento arqueológico a orillas del embalse de Rumblar y que se puede ver incluso a espaldas del Castillo. Pertenece a la cultura del Argar y está datado en cuatro mil años de antigüedad. Se trata del yacimiento de Peñalosa. De modo que la zona es doblemente atractiva si somos amantes del patrimonio antiguo y de la Arqueología. Pero volvamos al casco urbano para conocer mejor sus características.
Cuando se desplazaron desde el entonces Ministerio de Cultura, en 1969, para valorar el patrimonio monumental e histórico de la villa, quedaron tan maravillados, que otorgaron el título de Conjunto Histórico-Artístico a todo su casco antiguo. Hoy en día subsiste la mayor parte, incluso mejorado por las intervenciones de los últimos tiempos, y también algunas construcciones se han perdido, pero todavía se puede respirar ese ambiente medieval que rezuma por los cuatro costados. Levantar la vista y contemplar ese coloso amurallado, debió servir, durante siglos, como razón de ser e identidad local.
La iglesia de San Mateo fue la primera obra de envergadura que se mandó construir a finales del siglo XV, quizás hasta compartió moles rocosas con el baluarte de la Torre del Homenaje del viejo castillo, que también se restauró. Se fue rematando la iglesia por más de un siglo, siempre al estilo Gótico y Manierista.
Seguramente no habría más de 15 ó 20 casas en esa rodalía primigenia. Se conservan algunas casas señoriales y su Ayuntamiento del siglo XVI, se cree que ya aprovechó una construcción anterior árabe. Como también se conserva un Bien de Interés Cultural, declarado en 2009: la ermita del Cristo del Llano, una construcción comenzada en el siglo XVII al estilo Barroco y terminada un siglo después, transmite una belleza casi apabullante, como solo este estilo arquitectónico sabe interpretar.
Otra construcción peculiar es el Molino de Viento, cuyas referencias más antiguas de Europa son precisamente en Al-Ándalus, se conserva en Baños uno datado en el siglo XVIII de doce metros de altura. Formando parte del Patrimonio Andaluz de Sierra Morena, debemos añadir otras tres ermitas a su ruta turística, entre ellas la propia que da nombre al pueblo, la ermita de la Virgen de la Encina, a la que cada 9 de mayo se celebra su gran día en devota romería.
Ya comprobamos lo atractivo del pasado que puede ofrecer Baños de la Encina, pero también ofrece “presente”, ya que dispone de alojamientos para el turista, en forma de casas rurales y hoteles, rutas senderistas y culturales y locales donde probar su gastronomía típica. A saber, suelen preparar carne de caza de distintas maneras, cucharros, migas serranas, dulces y magdalenas, etc.
Actividades festivas, la comentada del día 9 de mayo, el segundo fin de semana de dicho mes. La Candelaria el 2 de febrero, fiestas medievales la última semana de julio, llamada “la Noche de la Rosa”. Además se celebran las festividades nacionales como el Carnaval, la Semana Santa y Todos los Santos de manera efusiva. Así que tenéis fechas durante todo el año para practicar el turismo que más os guste por esta maravillosa villa de apenas 2600 habitantes, gente privilegiada y con afán de compartir tan rico patrimonio cultural milenario.