Encontrar trabajos documentalistas que recorran eso “que todos presienten y nadie reconoce abiertamente”, es más que difícil. He estado mirando poco a poco los seis capítulos del trabajo Hot Girls Wanted: Turned On y me ha sorprendido lo bien realizado y presentado, dado que se trata del siempre tema tabú del sexo, visto desde una perspectiva moderna, objetiva, pero de la que pocos son conscientes, incluidos los hombres y mujeres que forman parte de este magnífico escenario, magnífico por cantidad y no por calidad, que ha supuesto las relaciones románticas y sexuales por Internet, relaciones que podemos decir, está cambiando al hombre del siglo XX y lo ha convertido en un modelo completamente distinto: en seres del siglo XXI.
¿Cómo es posible que las páginas de porno sean las más visitadas (y no hablo de decenas, sino de cientos de millones de visitas al día) y muevan más dinero que ninguna otra en Internet y su industria esté casi desaparecida? ¿Será porque entra aquí la hipocresía humana en cuestiones de sexo, el querer mantener en privado nuestra más íntima actividad, como se ha dicho durante siglos, “el pudor”, censurando los servicios de los profesionales como si fueran “malas personas”? Por supuesto, uno de los motivos es la posibilidad de conseguir imágenes de forma gratuita, pero no es el único. La serie resulta algo más que un análisis sobre la industria del cine porno y su casi desaparición. En cada capítulo se habla sobre una actividad en concreto con protagonistas reales y que buscan alternativas a dicho declive, usando paradójicamente las mismas armas que lo están destruyendo: Internet y las herramientas tecnológicas que van surgiendo.
Rashida Jones (hija de Quincy Jones) sorprendió en 2015 produciendo (entre otros muchos productores) un documental llamado Hot Girls Wanted y levantando bastante polémica, sobre todo en el Festival Sundance de ese año. Dada su fama en todos los ambientes musicales y artísticos en Estados Unidos, las cadenas de televisión se disputaban sus entrevistas para conocer el punto de vista de una famosa y la pornografía. Por supuesto, hubo para todos los gustos. Ahora en 2017 aparece esta serie de 6 capítulos que amplían la perspectiva de aquel primer documental.
En el quinto capítulo, del mismo modo que en el resto de capítulos, sin una opinión “profesional” (psiquiatras, sociólogos, psicólogos, y otros “ogos” en general), la pareja protagonista nos muestra a las claras la diferencia entre lo personal y lo profesional de las citas por Webcams, de que cualquier fantasía sobre las situaciones de la vida siempre son superadas por la realidad, y de que el hilo entre una conducta cariñosa y sincera, y la crueldad del rechazo, es tan fino que nadie está preparado mentalmente para su impacto psicológico.
El primer problema que no sabemos solucionar los seres humanos es nuestro propio modo de comunicarnos. El lenguaje, como apuntaba el filósofo LUDWING WITTGENSTEIN hace ahora cien años, carece de un insuficiente vocabulario y de un abanico de expresiones que transmita realmente nuestros sentimientos. Por eso opinaba este filósofo alemán, que los silencios son la mayoría de las veces los que determinan nuestra conducta a seguir. Nadie quiere sentirse feo ni deprimido por un rechazo, pero en vez de decirlo, nos callamos para no ofender al pretendido amante. Esa ausencia de sinceridad, ese miedo por herir a la pareja optando por el silencio o excusas vanas, ha construido el actual ciber-sexo, donde el silencio ahora lo llena la fantasía y el convencimiento pleno de que todos somos hermosos y merecemos lo mejor.
Hemos convertido el sexo en una burbuja de hipocresía sin precedentes. Resulta que todos necesitamos sexo, todos tenemos el mismo cuerpo físico, millones de chicas se anuncian por Internet, millones de chicos buscan y encuentran sexo esporádico en algún chat o página explícita, pero seguimos con el mismo secretismo de siempre, unos por querer experimentar cosas nuevas, y otros por miedo a que los de su entorno lo censuren. Las chicas que buscan sexo, suelen ser las que quieren experimentar y (a menos que se les pague) ocultarse en el anonimato; y los chicos prefieren mantener estas ciber-relaciones en secreto por temor a los rechazos, de las chicas contactadas y de su entorno.
Al principio los documentales de esta serie parecen un reality show insípido y ordinario, pero tal cual nos habla abiertamente sobre los sentimientos de todos los protagonistas de detrás de nuestra pantalla de ordenador, y nos muestra unos silencios interminables cuando se huele el fracaso o la duda, que surge porque dicha actividad no es bien vista por la Sociedad. Todo huele a “prostitución encubierta” porque el hilo entre dichas actividades es muy fino, aunque no exista un intercambio de dinero o favores (una simple cita a ciegas). Hasta los mismos protagonistas se quieren convencer de que su trabajo es artístico, pero todos, cuando finalizan su corta carrera, terminan por opinar que no existe diferencia entre las chicas y chicos de los clubes de alterne y los trabajos sexuales detrás de una cámara. En fin, una imagen vale más que mil palabras, por eso os recomiendo que sigáis estos 6 interesantes capítulos que son un documento gráfico valiosísimo para comprender nuestra evolución en el campo de la sexualidad y de las relaciones entre las parejas (y grupos), con la amargura de concluir con una sentencia que sabe a cruda realidad: cada vez estamos más solos.
Es el sexto capítulo el más preocupante de todos. Proteger la libertad de expresión choca con la libertad y el derecho al anonimato e intimidad de las personas, algo que parece contradictorio y que cada día se confunde más, sobre todo a la hora de aplicar las herramientas multimedia e Internet. El ejemplo nos muestra a las claras que todos tenemos una responsabilidad a la hora de emitir imágenes y comentarios por las redes sociales, y que cada día se cometen delitos de los que casi nadie es consciente (salvo las agresiones de todo tipo que si son perseguidas y castigadas, como en el caso de dicho capítulo sexto). Todos somos libres de emitir imágenes personales e íntimas, siempre y cuando no repercuta negativamente, ni cause impacto que se considere un peligro para la Sociedad, pues en eso se basa la Libertad: el respeto mutuo y cumplimiento de las leyes.