Este pasado 11 de Marzo del 2024 se cumplían 20 años del peor atentado con bomba y con víctimas de la Europa Occidental, con el resultado de 192 muertos, casi 1900 heridos y numerosos daños materiales. El atentado ocurrió en Madrid, detonando varios artefactos explosivos sincronizadamente a lo largo de la vía férrea que parte de la Estación de Atocha. Este suceso se conoció y se conoce como el 11-M, del mismo modo que los atentados en los Estados Unidos ocurridos tres años antes, se conocen como el 11-S.
Y esto es importante. Me refiero al detalle de sintetizar los conceptos e ideas a simples claves: 11-M, 11-S. Cuando se analizan y se habla hasta la saciedad de ambos sucesos, terminan por perder todo el sentido, terminan por no conmover ya a nadie, se convierten en conceptos fríos y hasta circulan chistes de muy mal gusto, olvidando lo terrible y terrorífico que ocurrió, olvidando que miles de familias quedaron destrozadas física y psicológicamente, olvidando que los autores intelectuales siguen vivos, mientras las organizaciones que reivindicaron los atentados continúen subsistiendo. Esa labor de utilizar los hechos históricos al antojo de las apetencias es típica de los políticos, desgraciadamente.
Inmediatamente después del horror en aquella mañana del 11 de Marzo, los políticos se enzarzaron en un intercambio de acusaciones, políticos que siguen sentados en sus escaños, los que no se han jubilado, simplemente por ser lo que son: grandes oportunistas y estudiantes de las modas, aprovecharon unos el atentado para atacar al gobierno de turno, mostrando éste la cruda realidad de la política española, que todos no son más que una panda de criminales a todos los niveles, y que son capaces de todo por conseguir el Poder, sin escrúpulos ni remordimientos. Ningún político en España pidió ni pide perdón por sus errores y/o delitos cometidos.
¿Cuándo se dará cuenta el pueblo de que a los políticos les importa bien poco lo que ocurre a su alrededor? ¿Cuándo se darán cuenta de que lo único que les importa es pillar el botín rápidos y desaparecer cuanto antes enriquecidos? ¿Qué más se necesita para darse cuenta? Los hechos del 11-M suman y siguen a las tragedias sufridas en España que han quedado poco claras y que nunca costaron el cargo ni han responsabilizado a político alguno. Podemos empezar por la tragedia de la presa de Tous, hace cuarenta años, cuando se crearon varios impuestos para ayudar a las víctimas, ayudas que nunca llegaron a los damnificados, quedando dichos impuestos sumados a los existentes, pasando por el caso del aceite de colza, del grupo “antiterrorista” GAL, de numerosos asesinatos de ETA no resueltos, etc, hasta llegar a la tragedia del volcán canario y, que me perdonen las víctimas, se quedarán esperando ayudas del estado como los valencianos se quedaron.
El Gobierno, o mejor dicho los gobernantes, deben ser personas preparadas y responsables para gestionar, deben ser personas al servicio del pueblo, no son reyes ni aristócratas elegidos por Dios, sino que resuelvan satisfactoriamente a favor del público y nunca en el propio, algo que no se cumple. Vemos destruir a diario todos los sectores de la Producción, repartiendo miles de millones de euros a economías rivales de España, vemos destruir a diario la economía de la clase media y baja, con la vivienda, el aceite de oliva y los carburantes , por ejemplo, a precios que llegan al absurdo (caso del aceite ya está a 10 euros el litro la marca más barata), etc. Pero los gobernantes nos distraen de la realidad creando nuevos problemas, llámense Cataluña, guerra en Ucrania, la Franja de Gaza, o permitiendo la inmigración ilegal de millones de personas desde África.
Desgraciadamente todas estas tragedias nos son ajenas al resto de mortales que no las padecemos o padecimos. Hay que ser sinceros: no nos importa, más que la repercusión mediática que se le dé en los medios y en los momentos dados. La importancia de las cosas tienen dueño, aquí y en el resto del mundo. El carácter repetitivo de las noticias se transforma en propaganda, así funciona desde antiguo. Aquí, el poder de convocatoria sigue estando en manos de dos grandes partidos, que se turnan en el Gobierno desde hace más de 40 años, que no han gestionado bien, pero siguen con sus obsoletos principios de hipocresía. ¿Realmente quedan personas que voten a estos partidos corruptos?¿En serio?
Los ejemplos de mala gestión son interminables: fracaso en las políticas agrarias, hasta el punto de destapar la corrupción de los sindicatos (por inexistentes) con grandes manifestaciones y tractoradas, aumento de los salarios a los funcionarios públicos (2 % en estas fechas), que son los avales en las urnas de todos estos políticos, cuando los demás sectores se empobrecen y sólo las grandes empresas y banca reciben beneficios récord y malos servicios al público también de récord… Pero nos dicen que están mandando socialistas y comunistas. ¿Quién se lo cree?
En fin, no se trata de seguir despotricando sobre los errores, sino de que nos demos cuenta de que llevamos con la política de subsidios y de suprimirlos, cuando las arcas públicas se hunden, desde hace medio siglo, simplemente porque hemos configurado todo como un negocio para los mismos políticos. Son ellos los más ricos del mundo. No pueden establecer un precio digno de las viviendas, ni dar trabajo digno a los parados, ni regularizar los precios de los alimentos y de la energía, con políticas coherentes y de real competencia, tal y como prometieron al privatizar las empresas nacionales, porque disminuiría su beneficio personal.
A fuerza de sintetizar, podemos referirnos a la filosofía “woke” como otra característica de nuestro tiempo. ¿Realmente es importante? ¿Realmente importa algo fuera de la vivienda, los alimentos y el trabajo digno? Claro, si no solucionamos estos problemas antes, no me parece oportuno abordar ningún otro, pero es la consigna política a seguir, la de desviar los problemas hacia otros menos importantes. Y si falla esta estrategia, los políticos crean problemas graves para que se olviden los principales. Por ejemplo, hacer un llamamiento masivo a un país históricamente enemigo para que crucen ilegalmente la frontera los que no tienen trabajo. Claro, decir que en España hay más de 3 millones de desempleados y que antes debemos arreglar lo nuestro para poder luego arreglar lo de los demás, es de fascista. No sólo facilitan nuestros gobernantes la entrada de inmigrantes ilegales, usando los recursos del estado, usando a funcionarios del estado, sino que a los españoles de nacimiento se nos niegan servicios de todo tipo, por ejemplo, ahora está de moda poner trabas a un simple registro de empadronamiento, a un español, cuando la Constitución nos otorga el Derecho a libre circulación por el país, cuando además entran ilegales y se les da papeles inmediatamente siendo de otros países. En teoría, los funcionarios, al negarnos un servicio, sea el que fuere de registro, está cometiendo un delito.
Debemos plantarnos y elaborar y exigir un nuevo modo de gobierno, un modo que nos anime a que nos importen sucesos graves como el 11-M o la erupción del volcán de La Palma, o el Independentismo catalán, y no nos distancien ni enemisten entre nosotros esta gentuza oportunista que son los políticos. Debemos elaborar un sistema de gobierno que admita gente preparada y responsable, que pasen test psicotécnicos como si fueran a empuñar armas, pues eso es un gobernante con sus decisiones, un arma peligrosa para millones de habitantes. No debemos posicionarnos tal y como los políticos quieren, que según el concepto, te encasillan a la derecha o la izquierda según convenga. Si existe un problema se debe abordar con sentido común y no como lo abordó Hitler o Mao Tse Tung.
César Metonio