La política vivida en España de la última década está dejando perplejos a todos los españoles (y al resto del mundo) por sus “actuaciones” surrealistas, siempre con el mismo protagonista: el PSOE y Pedro Sánchez, que se han tomado la administración de todo un Estado con casi 50 millones de habitantes y un PIB de 1.8 billones de dólares, como si fuese el Teatro Lope de Vega, con un último capítulo de su Presidente, con un órdago digno de un dramaturgo del Siglo de Oro, que debemos entender como lo que es: una advertencia al pueblo español.
En efecto, cuando una persona advierte de su renuncia pero continúa en la posición que originó el envite, debemos entenderlo como un acto de soberbia y amenaza, con el falso énfasis del “apoyo multitudinario” de su partido y seguidores. Así que cualquier ocurrencia de este partido político y de su presidente en el futuro inmediato, vendrá avalado por este gesto de poder, aunque parezca victimista. Si no, ¿para qué el teatrillo? Pudo haber reflexionado este señor sin manifestarlo públicamente. Pero tras tanto revés a su mala política, necesitaba de algún malabarismo circense.
Estos señores y señoras de la Política, en vez de resolver los problemas, crean nuevos. Viven en su propio mundo: un mundo de fantasía, donde nadie trabaja y se ganan montañas de dinero. Ahora mismo el señor Sánchez se estará diciendo a sí mismo y a sus compañeros de partido más íntimos que “así aprenderán la lección de una vez por todas, todos estos periodistas y jueces de poca monta, que se atreven a meterse conmigo”.
En efecto, llegamos a un punto infantil y surrealista en la política española, cuando ya no caben este tipo de alardes ni tonterías. Pero parece ser que a los votantes les gusta. Veremos hasta cuándo, pues ya casi el 40 % de los españoles no vota, ya no pasamos por el aro que toda esta gente de la política nos coloca delante. ¿De dónde sacan el tiempo estos funcionarios públicos para resolver las cuestiones, aunque sólo sean las más importantes del país, si se pasan el tiempo jugando a los discursos? ¿Quién dirige la nación mientras tanto? Eso no les importa, luego están buscando otra meta que todos sospechamos y que decimos en voz alta hasta en los bares.
Desde hace más de una década en España sólo existen los problemas del separatismo catalán y vasco (que no suman ni 1/5 de la población), la “memoria democrática” y despotricar contra VOX, que es el “coco fascista”. Todo lo demás ha pasado de puntillas y los políticos se hicieron el sueco, incluyendo la Pandemia, cuando prometieron que “nadie quedaría desamparado”, en palabras del Presidente Sánchez, que celebró a lo grande el recibo de 140 mil millones de euros de la Unión Europea, y se lo quedaron ellos, los políticos, dejando desamparados a decenas de miles de autónomos y pequeñas empresas españolas, quedando millones de españoles en la más absoluta miseria.
Pero “uy, se meten con mi mujer, pues ya no juego más”. Eso es lo que ha hecho este señor de la política española: jugar a un juego que le viene grande, a él y a los miles de políticos del gran escenario mundial que “funcionan” bajo la dirección de unos psicópatas que creen que vivirán para siempre.
Así que nosotros, las personas de a pie, debemos fingir también que nos importa si este tipo u otro político dimite, como si eso determinase la muerte de un partido político en concreto o el futuro de España. Una vez más, debe entenderse todo al revés en política, debe entenderse como maniobras que sólo ellos entienden, un acto más de este teatro que se fraguó hace doscientos años y que soportamos como esclavos los que pagamos las entradas.
César Metonio